Metodologías para la resolución de los conflictos entre los Karimojong de Uganda

Metodologías para la resolución de los conflictos entre los Karimojong de Uganda

Entrada escrita por Lázaro Bustince Sola, Misionero Padre Blanco y director de la Fundación Sur.

Tras haber explicado en el artículo anterior algunos aspectos generales de la vida del pueblo karimojong, quiero ahora explicar brevemente nuestro trabajo como mediadores en la resolución de los conflictos dentro de este pueblo entre los años 2000 y 2004.

Desde nuestra llegada a la región, nos planteamos varias metas. La primera
consistía en la promoción de una vida más digna, a través del suministro de servicios de salud (agua y centros de cuidados médicos), educación (escuelas y talleres), y diversos proyectos de desarrollo sostenible, (como caminos, empleo, etc.). Merece la pena señalar que en el año 2000 no había una sola escuela en toda la región de los tepe.

En cambio, para el año 2004, se habían abierto 4 escuelas primarias, dos centros de salud y cinco pozos de agua.

Pero quizá el reto más urgente con el que nos enfrentamos fue el de poner freno a los continuos conflictos armados ocasionados por los robos de ganado, un grave hecho al que ya nos referimos en nuestra anterior entrega. Con este fin, pusimos en marcha una serie de sesiones de sensibilización. Pero para que esta acción fuera realmente eficaz debíamos operar en el marco de su estructura social, haciéndola funcionar desde
dentro, en vez de intentar imponerles ningún cambio desde fuera.

La sociedad tepe está organizada en clases de edad. Cada clase de edad, tanto de hombres como de mujeres, cuenta con sus propios dirigentes. Aunque la generación de los abuelos es la más influyente, cada grupo de edad disfruta de una gran autonomía.

Por ello, teníamos que contactar con los líderes de cada grupo de edad, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres. Acordamos con los jefes empezar a abordar la tensión, contando además con la ayuda de mediadores y facilitadores karimojong, de los dos sexos, venidos de otras regiones.

Tuvimos que formar grupos de líderes, al principio por separado, para que
dentro de cada grupo se pudiera discutir libremente sobre los distintos problemas que les aquejaban. Así, junto a la violencia ocasionada por el robo de ganado, también se abordó la pobreza o la violencia doméstica.
Cada mes, manteníamos dos reuniones, de una semana de duración cada una, con los/las líderes de los diferentes grupos generacionales.

Estos encuentros eran muy apreciados, debido a la convivencia que se establecía, las discusiones a veces acaloradas, la buena alimentación y algún video sobre el tema que tratábamos. Por tratarse de líderes de la misma edad y género, podían hablar libremente. El último día de la sesión, se realizaba una puesta en común entre el grupo reunido y el de los ancianos. Este último paso era necesario para honrar las jerarquías existentes.

Era impresionante ver a karimojong pertenecientes a clanes enfrentados por el robo de animales, y que durante la noche anterior se habían enfrentado a tiros, encontrarse frente a frente en una reunión para discutir sobre el problema de la violencia.

A veces la tensión era muy fuerte y los sentimientos muy viscerales y
explosivos. Pero en general, gracias a los buenos mediadores y a la voluntad de los interesados en solucionar el problema al que se enfrentaban, la expresión lograba ser expresada de un modo menos agresivo, lo cual permitía ir proponiendo medidas concretas para establecer un marco de convivencia.

Estas sesiones continuaron entre todos los grupos durante los cuatro años que yo estuve en la región y los resultados comenzaron a hacerse notar. En concreto, se logró una reducción a la mitad de los robos, así como varias devoluciones del ganado ya robado.

El hecho de que se llegara en algunos casos hasta el punto de devolver el ganado robado pacíficamente a sus dueños supuso en sí mismo un éxito extraordinario.

La primera vez que un clan decidió devolver pacíficamente a sus dueños 105 vacas robadas resultó un acontecimiento sorprendente, que supuso una auténtica revolución social, esta vez, para construir la paz. Fue una experiencia muy emocionante que se celebró en los dos clanes en cuestión y entre otros muchos clanes karimojong.

Creo que la principal lección que puede extraerse de esta experiencia es la
capacidad de los seres humanos para aprender a dialogar de un modo constructivo y tratar de superar sus hábitos negativos. Con un poco de ayuda, las personas pueden aprender a convivir mejor entre ellas, a ser más empáticas con respecto a los demás y a adoptar una postura crítica con respecto a ciertos aspectos de sus modos de vida.