27 Abr África: Inestabilidad, golpes de estado y percepciones ciudadanas
Escrito por José María Mella Marques, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la red euroafricana de universidades AFRIQUEUROPE
Observados los acontecimientos en el Sahel, la influencia de los nuevos poderes geopolíticos mundiales y la inestabilidad institucional africana, conviene centrar la atención en las percepciones políticas de los ciudadanos. La consulta de los datos del Afrobarometer (reconocido instituto panafricano de sondeo de la opinión pública) y de diversos informes en la materia (fundación Mo Ibrahim, Brookings, Freedom House) permite hacer las siguientes consideraciones:
En los últimos cuatro años, las tendencias democráticas del continente se han ido desvaneciendo significativamente, por golpes militares, manipulaciones inconstitucionales, abusos de los derechos humanos y la no aceptación de las derrotas electorales. Los déficits de buen gobierno son la regla, no la excepción, y se extienden por contagio, frente a enormes problemas de corrupción, carencia de servicios básicos, altos niveles de pobreza, insuficiencia de infraestructuras, criminalidad e inseguridad incontroladas.
A pesar de todo, los africanos mantienen su voluntad de vivir bajo gobiernos democráticos, con límites a los mandatos presidenciales, control parlamentario del ejecutivo, rendición de cuentas y libertades de expresión, manifestación y asociación. Y rechazan los sistemas no-democráticos de partido único, de carácter militar, con líderes autocráticos.
Sin embargo, actualmente, las tendencias políticas son preocupantes. El apoyo popular a la democracia está en declive. Se constata una menor oposición a los regímenes militares, especialmente en países como Malí, Burkina-Faso, Costa de Marfil y Níger, todos situados en la región occidental africana. Y la tolerancia a las intervenciones militares es la opinión mayoritaria en 29 de los 39 países tratados, encabezados por Mali, Túnez, Costa de Marfil y Tanzania.
Asimismo, los jóvenes africanos en su gran mayoría-la media de edad del total de la población es de 19 años-no se sienten motivados por los compromisos políticos, se abstienen de votar y muestran comportamientos ambivalentes para hacer oír su voz. Por ejemplo, los jóvenes toleran con facilidad las intervenciones militares, incluso en mayor medida que sus compatriotas de mayor edad, pero participan decididamente en actos de protesta contra el desempleo juvenil, que les afecta gravemente. Probablemente, porque piensen que estas acciones influyen en mayor medida que otras en las decisiones de los gobiernos.
Además, la calificación de los ciudadanos africanos de sus países como democracias está disminuyendo bruscamente (casos de Malí e incluso Botsuana), así como el nivel de satisfacción con el funcionamiento de éstas (caso de Sudáfrica). Países, caracterizados en el pasado por largos periodos democráticos, que llaman la atención hoy por el deterioro de sus sistemas políticos, creando escenarios de confrontación entre ciudadanos y gobernantes.
El resurgimiento de golpes de Estado en África subsahariana disuade las inversiones directas extranjeras, influye negativamente en la estabilidad política, aumenta la incertidumbre económica y perjudica el desarrollo de los países. Estos escenarios reclaman medidas urgentes conducentes a la mejora de la buena gobernanza. Esto es, medidas que aseguren la satisfacción de las aspiraciones ciudadanas, la participación de los jóvenes en la vida política y el acatamiento del Estado de derecho; juntamente con la condicionalidad de la ayuda al respeto de los derechos humanos, la equidad social y la transparencia en la actividad pública.
La ausencia de estas condiciones democráticas es lo que muestran las experiencias recientes de Níger, Chad, Burkina Faso, Gabón, Guinea, Sudán y Gabón. Téngase en cuenta que los procesos electorales pueden fortalecer las estructuras de gobernanza, pero-como han revelado los golpes de Estado en Níger y Gabón en el último año 2023-sin sistemas de gobierno adecuados, las elecciones no son suficientes para consolidar las democracias. Se necesitan también sistemas judiciales eficaces, que minimicen la impunidad, impongan penas severas a los golpistas y alivien las injusticias a los ciudadanos.
Resumiendo, la prosperidad de África está asociada a la inversión en democracia. Cada vez más el desarrollo económico, la estabilidad política y la cohesión social están vinculados a la presencia de sistemas democráticos sólidos y al respeto de los principios del Estado Social de Derecho.