Boniface Ofogo. Un griot africano en la España de hoy

Boniface Ofogo. Un griot africano en la España de hoy

Escrito por Manuel Galán González-Pardo, economista especialista en educación para la ciudadanía global. Graduado en el Máster en Cultura y Pensamiento de los Pueblos Negros

Boniface Ofogo es considerado un griot en la diáspora. Nació en 1966 en Bogondo, Camerún. En 1988 se licencia en Filología Hispánica por la Universidad de Yaoundé y en 1994 se doctora por la Universidad Complutense de Madrid en Filología Hispánica con especialidad en literatura hispanoamericana. Durante el año 2000 realiza el Máster en migraciones y relaciones intercomunitarias con especialidad en mediación cultural por la Universidad Autónoma de Madrid. Su formación y experiencia como mediador se complementa con la publicación de libros de cuentos como El león Kandinga o el más reciente A paso de tortuga. Considerado un griot moderno con residencia en España, a donde llegó en los años 80 para completar sus estudios de Filología Hispánica, Boni insiste durante sus exposiciones en la importancia de la Casa de la palabra como lugar clave, no solo para la narración de cuentos, si no para la resolución de problemas en su aldea natal. En ella, en torno a un árbol centenario situado a la entrada del pueblo, toda la comunidad se reúne para escuchar los cuentos narrados por los ancianos.

Boniface Ofogo. Foto extraída de su propia web: http://boniofogo.com/

Los cuentos, que habitualmente se repiten, son dirigidos a un público variado compuesto por jóvenes, adultos y población anciana que se junta en torno al árbol. En su adaptación de historias y cuentos tradicionales, Boni utiliza durante la sesión muchos elementos de su país. Mezcla la narración de sus propios relatos con el uso de canciones tradicionales en su idioma materno, la muestra de instrumentos tradicionales como el palo de lluvia y el acercamiento a elementos de la naturaleza como el fruto del baobab, que le sirven para contextualizar las sesiones, dotarlas de otro ritmo e involucrar a los niños y niñas en las mismas. Al final, el narrador camerunés, comparte las enseñanzas del cuento con la audiencia, a modo de moraleja, lo que recuerda a los cuentos tradicionales occidentales.

Una de las fórmulas finales habituales en sus cuentos es terminar con un, y esta historia os la he contado tal y como me la transmitió el viento, en alusión de nuevo a la importancia de la naturaleza en los relatos y a la necesaria fidelidad al relato contado.

En su caso, además, recurre habitualmente a las fábulas en las que los animales asumen las cualidades de los seres humanos con historias en las que es difícil distinguir entre buenos y malos y en las que no se rehúye al conflicto ni la muerte, como ocurre en León Kandinga. Así, los relatos africanos rompen con algunos de los temas tabús de cuentos y relatos occidentales, como la muerte o la sexualidad. En el cuento mencionado, Kandinga muere tras la picadura de una mamba negra y después de engañar al conejo con sus tratas, lo que suele dejar atónitos a los jóvenes que asisten a las sesiones, perplejos ante la muerte del protagonista. La muerte, oculta habitualmente en los relatos occidentales modernos, es tratada de manera natural en los cuentos africanos.

Para Boniface Ofogo, la cultura de la palabra queda patente en esta transcripción de la entrevista que le realicé en el pueblo asturiano de Pola de Somiedo durante el verano de 2022.

Afincado en España desde 1988, Boni se dedica desde 1994 a la narración oral y a la formación sobre oralidad en el continente africano y americano, así como en Universidades de España y Francia. Habitual en los Festivales de narración oral más importantes de nuestro país, es colaborador del Festival de narración oral de Somiedo organizado por la Asociación Matumaini y que en la edición de este año se dedicó por entero a la narración oral africana. Durante tres días, Boni visitó diferentes lugares de la Comarca compartiendo cuentos y departiendo sobre la importancia de la oralidad en las culturas africanas, momento que aproveché para realizarle esta entrevista.

Boniface Ofogo. Foto extraída de su propia web: http://boniofogo.com/

En el continente africano, ¿existe una preeminencia de la palabra oral sobre la escrita?

El árbol de la palabra existe en muchos lugares africanos. Es aquel bajo el que se sientan las personas, no sólo a contar historias, si no a resolver los conflictos de la comunidad. La cultura de la palabra va más allá de la tradición oral. Es la preeminencia de lo oral frente a lo escrito. Es una filosofía de vida, forma parte de la esencia misma de los pueblos. Lo oral no es algo inferior a la escritura y, sin embargo, ha habido lingüistas y filósofos que han dicho que los pueblos primitivos acogen la oralidad por su carácter poco desarrollado y la abandonan cuando llega la escritura como signo de
desarrollo, pero no es cierto. La cultura de la palabra sigue muy viva en el continente africano.

¿Qué importancia tienen los proverbios en las culturas africanas?

“Si no sabes a dónde vas, pregúntate de dónde viniste, así encontrarás tu camino” es una invitación a pensar en nuestro pasado, a echar una mirada al retrovisor porque el ser humano, no cae del cielo, tiene unos orígenes. “Si aún no cruzaste el río, no te rías de quien se está ahogando” o “Si tu vecino tiene más pelo que tú, no le tengas envidia, porque si tiene más pelo, seguramente tendrá más piojos”, es decir, es posible que tenga más problemas que tú.

En las culturas de los pueblos bantúes, cuando vas a consultar algún problema o decisión importante a un anciano en la comunidad, primero te cuenta dos o tres proverbios y luego te responde a tu problema. A menudo la respuesta es a través de un cuento que encierra lecciones muy profundas, mientras guarda la respuesta que esperabas encontrar.

Y es que, en mi opinión, los cuentos africanos rompen con muchos de los temas tabús de los cuentos occidentales, como la muerte o la sexualidad, que abordan con mucha naturalidad y normalidad. Otros temas como la solidaridad y el apoyo mutuo forman parte habitual de las narrativas africanas, tal y como muestra El león Kandinga, en el que Kandinga muere, por su propio egoísmo e individualismo, por la picadura de la Mamba negra, la serpiente más mortífera del continente. El cuento termina con mensaje, “por eso en África se dice: si tienes mucho, es bueno compartir con los que no tienen nada; si no lo haces, te arriesgas a tener el mismo final que el león Kandinga”.

La importancia de las moralejas, abiertas normalmente, no cerradas como en los cuentos occidentales, es una parte sustancial de los cuentos y narraciones en África.

En Europa conocemos cuentos africanos como aquel que explica por qué los elefantes tienen trompa o el que cuenta por qué la cebra tiene el cuerpo pintado de rayas. ¿Cuál es su origen?

En África tenemos un mito para cada cosa: porqué hay tantas estrellas, porqué la mano da de comer a la boca, porqué la jirafa tiene el cuello tan largo, etcétera y todo forma parte de nuestra cosmogonía como pueblos africanos y que los europeos intentaron arrancarnos para imponer la suya durante la colonización. Y es que, difícilmente encontrarás a un africano que no crea, aunque no sea una religión concreta si no la suya propia. El africano es muy espiritual, otra cosa es que tengan fe o no, pero la oralidad y la espiritualidad están muy unidas. La oralidad se manifiesta en los ritos y las ceremonias. Son muy importantes porque unen a los grupos. Éstos se sienten más unidos, más sólidos porque tenemos una concepción muy comunitaria de la vida.

En estos años he conocido varios colegios que trabajan, bajo el lema Ubuntu, metodologías de aprendizaje cooperativo. ¿Es de origen bantú?

En la cultura bantú tenemos muy presente el lema Ubuntu: soy porque somos, en el que el individuo se subordina al grupo y donde la libertad individual está mal vista.
Todo se comparte. Hay un deber de solidaridad de unos frente a otros. Esto es bueno y es malo, pero nunca estarás solo frente a ningún problema. Y es que la palabra cumple una función sanadora, es terapéutica. En nuestras culturas no tenemos problemas individuales, todos son compartidos. El problema de uno, afecta a los demás, no hay temas tabús, se socializan. Se habla de todo y cualquier problema supuestamente individual lo es también de la comunidad. Y es que, en nuestra cultura bantú, para educar a un niño hace falta toda la tribu.

La oralidad va más allá de los cuentos, afecta a todas las situaciones de la vida diaria. La palabra oral es sagrada en las culturas africanas y en las culturas primarias.
Los contratos y acuerdos pueden ser verbales, incluso los testamentos, como hizo mi padre. Él no escribió testamento, se lo dejó dicho a su tío que lo transmitió a la comunidad durante la celebración de su entierro. El valor de la palabra es total, porque no concebimos que una persona de tradición oral pueda mentir. Es el valor absoluto de la palabra oral. Durante el funeral de mi padre todo el mundo aceptó el testamento oral transmitido por mi padre a mi tío.

Y en las culturas africanas, ¿cuál el papel de las personas ancianas?

El papel de las personas mayores en nuestras culturas es esencial. Cuando un anciano muere, toda una biblioteca arde en palabras de Amadou Hampaté Ba. Las sociedades tradicionales africanas se articulan en torno a las personas mayores. Ellas son el soporte que asegura la conservación y la transmisión de la memoria colectiva.

Son verdaderas bibliotecas humanas. Son las que transmite los conocimientos medicinales, los mitos, las leyendas e, incluso, los orígenes y la Historia de la tribu.

¿Y el árbol de la palabra?

Es un árbol físico y sagrado, plantado y cuidado por toda la comunidad. Es una especie de parlamento primigenio. A menudo es un baobab. No sólo da sombra, sino que cobija e inmortaliza la palabra. El simbolismo e importancia del baobab es increíble, toda una metáfora del árbol como pervivencia de la memoria colectiva.

¿Quiénes son los griots?

Los griot son los guardianes y transmisores de la palabra en muchas culturas del África occidental. El griot es un mago de la palabra, una biblioteca humana, un poeta popular, es un oficio hereditario. No se puede ser griot si no has nacido de familia de griot. Es patrimonio de todos, sirve a la comunidad y se debe a la comunidad.

¿Y el Consejo de ancianos?

El consejo de ancianos está formado por las personas sabias y notables de la comunidad. Tiene método asambleario y las decisiones se toman por consenso. Es de carácter mixto, es decir, formado por hombres y mujeres. Es el encargado de dirimir y pronunciarse sobre cuestiones de interés general y de importancia para la comunidad.

Nada ocurre por nada. Siempre hay una explicación. Es tal su importancia, que el ejemplo del consejo de ancianos africanos se ha puesto en marcha en el campo de la política y la diplomacia internacional.

Los cuentos, los relatos, esas formas de dirimir los asuntos personales y comunitarios, ¿se dan también en las diásporas africanas?

Todo lo comentado sobre África traspasó, hace tiempo, las propias fronteras africanas. Las comunidades de afrodescendientes por el mundo han adoptado estas dinámicas de transmisión oral que se estructuran en torno a las personas mayores. Hay, por ejemplo, un pedazo de África en Colombia, en la comunidad de San Basilio de Palenque, a 50 km de Cartagena de Indias que está formado por descendientes de esclavos africanos y que mantiene vivo el sentido de la oralidad.

Boniface Ofogo. Foto extraída de su propia web: http://boniofogo.com/

Y en tu pueblo natal, ¿sigue viva la llama de la oralidad?

Camerún tiene la forma de un triángulo y mi pueblo está en el centro. Es un pueblo de agricultores que se dedica a la narración oral. Todas las noches, absolutamente todas, encendíamos un fuego y toda la familia nos sentábamos a contar cuentos. Nunca le di mucha importancia, pero en esas veladas estábamos todos, abuelos, padres y nietos. Escuchábamos los mismos cuentos, por eso yo no tengo la tradición de tener cuentos para niños o para adultos. Los abuelos eran quienes oficiaban de maestros, de iniciadores, los que nos enseñaban a contar historias. El arte de contar cuentos está estrechamente vinculado al mundo rural pero también al mundo de los ancianos. La cultura de los ancianos es fundamental para entender por qué la oralidad está viva en nuestra cultura. Cuando murió mi padre, cada miembro de la comunidad tomó la palabra para hablar de mi padre y enviar un mensaje a los ancestros. La memoria colectiva, la de la comunidad, nos explica quiénes somos y de dónde venimos. Por eso los ancianos en África son venerados. Cuando una familia tiene un anciano, es el mayor de los tesoros. Sentarme con mi padre solo a escucharle era uno de los mayores placeres que tenía cuando volvía a mi país. El arte, la gracia y la profundidad con que lo contaba, eran únicos. Cuando le pedías un consejo, entonces te contaba un cuento. Existe una sensación de falsa ingenuidad de los cuentos, aparente, pero tienen una profundidad filosófica que solo una persona muy sensata lo puede detectar.

Un ejemplo: Una serpiente iba por el bosque cazando ratones. La cabeza y la cola discutían. La cola le decía “porqué yo tengo que ir detrás de ti, seguirte…”. “Porque soy la cabeza, simplemente”, respondió la cabeza. La cola le dijo “yo quiero ponerme en tu lugar” y así hicieron. En ese momento, la cola se puso en el lugar de la cabeza y la cabeza en el de la cola. A partir de entonces, todo fue un desastre. No conseguían cazar ningún ratón, se chocaban con todo, no encontraban su camino y la cola llegó incluso a perder la cabeza. Por eso, en mi pueblo, se dice que hay que respetar
el orden natural de las cosas con la cabeza delante y la cola al final.

El arte de contar cuentos entra dentro de una filosofía de vida en lo que llamo la casa de la palabra. La palabra oral, a diferencia de la escrita, es un acto compartido. Cuando nos reunimos para contar historias, muy a menudo, se contaban las mismas historias. Poca gente salía de viaje como para renovar el repertorio, pero siempre estábamos ahí porque no era tanto los cuentos lo que nos convocaba si no el deseo de crear este encuentro, comunión que se produce cuando la gente cuenta, escucha, se escucha, sueña, imagina. El árbol de la palabra es una de las instituciones que mantenemos. Hay un árbol en el centro de la aldea donde la gente de la comunidad se reúne para rendir homenaje a este don que tenemos los seres humanos, la palabra oral, como únicos seres vivos que nos comunicamos mediante la palabra. El valor simbólico del árbol es muy importante. Es reconocido, cuidado por toda la comunidad, el lugar donde nos reunimos para contar historias, anécdotas, resolver conflictos. Hay sesiones por grupos y también una sesión plenaria. Pienso, a menudo, que es el germen de la democracia en África, que no es preciso importar modelos democráticos que no se adaptan a nuestros valores. El Consejo de ancianos, por ejemplo, facilita llegar a un consenso en la que cada cual asume su responsabilidad no solo frente a otra persona sino frente a su comunidad. Aún mantenemos un montón de contratos verbales de compra-venta porque la palabra tiene su peso. La persona tiene más valor, respeto, en la medida en que es una persona de palabra. Quien no cumple su palabra, no merece respeto. Mis raíces profundas están al lado de estos ancianos que me enseñaron el valor de la palabra oral, el amor por lo propio, el respeto por la persona mayor. Solo podemos ser universales si amamos lo propio. Detrás del narrador está el bagaje que recibí de abuelos y padres.

Hay una tradición en mi pueblo de que cuando nace un niño le cortan el cordón umbilical y se entierra junto a las raíces de un árbol. Este árbol es para este niño su centro del mundo. En mi caso, está enterrado debajo de un baobab, que es mi centro del mundo.

No sólo pretendo contar cuentos. Más allá de eso quiero que la gente descubra otra manera de relacionarse, otra forma de comunicarse, el valor de la palabra oral y el respeto a los ancianos. Nunca aparece el continente africano por noticias buenas, solo se conocen las noticias negativas.

La fábula de la tortuga y el leopardo es una de mis favoritas. El papel de los animales y la naturaleza en los relatos africanos es fundamental. La tortuga es el símbolo de la paciencia, la sabiduría, es el animal protector.

“…Cuentan que la tortuga iba caminando despacio, muy despacio, tan despacio que daba un paso y siete años después daba otro paso. Luego se quedaba descansando y pensaba a dónde iba. Tres años después se daba cuenta que no iba a ninguna parte. Sin embargo, un año cayó en una fosa y se dijo “esto me pasa por ir tan deprisa”. En el momento en que intentaba salir, cayó en el agujero un leopardo. La tortuga se quedó pensativa y le dijo al leopardo. “qué haces en mi casa. Vete de aquí”. Al principio, el leopardo se asustó, pero luego pensó que era mucho más fuerte que la tortuga, así que se aproximó, la cogió y la lanzó volando por los aires hasta que llegó a la superficie. La tortuga siguió caminando como si cualquier cosa.