Diversidad funcional en la Casamance

Diversidad funcional en la Casamance

Escrito por Ester Lozano, Responsable de Comunicación de (AIDA, Ayuda, Intercambio y Desarrollo) y alumna del Curso Cultura y pensamiento de los pueblos negros

El colectivo de hombres y mujeres con diversidad funcional ha sido tradicionalmente olvidado y discriminado a lo largo de la historia en casi todas las sociedades humanas. La sociedad senegalesa no ha sido una excepción. Según la OMS un 15`5% de la población mundial pertenece a este colectivo. El término de diversidad funcional, en castellano, es relativamente nuevo. Anteriormente eran utilizados conceptos como minusválidos o discapacitados, términos limitantes o despectivos que alimentan dicha discriminación. Esta búsqueda de nuevos conceptos constituye un
intento de desplazar el “problema” de la diversidad funcional desde individuo hacia su entorno, ya que las sociedades han establecido un modelo de perfección al que estas personas no tienen acceso, y que definen además la manera de ser física, sensorial o psicológica, y las reglas de funcionamiento social.

La sociedad senegalesa es políglota. El idioma oficial es el francés, debido a su pasado colonial. Entre las lenguas locales utilizadas en el país encontramos el wolof, el serer, el peul, el mandinga, el soninké y el diola. En la región sur de la Casamance las lenguas más utilizadas son el diola, el mandinga y el wolof. Igual que en castellano, estas lenguas cuentan con términos despectivos para referirse a estas personas como lafañy o ñoradyen wolof yalabut o tole en diola y mandinga respectivamente. Los conceptos aceptados actualmente son nityu am laago en wolof, emiteye sofool en diola y lanjuru toolu en mandinga.

Distinguimos 5 tipos de diversidad funcional: física, visual, auditiva, intelectual y psíquica y multisensorial. La prevalencia de personas con diversidad funcional en un país o región puede aumentar dependiendo de los contextos particulares: los países en vías de desarrollo, con problemas de salud materno-infantil, catástrofes naturales, pobreza, inmunización defectuosa y zonas de conflicto o postconflicto, muestran una
prevalencia superior de personas con diversidad funcional.

La Casamance abarca todo el sureste de Senegal y limita al norte con Gambia y al sur con Guinea Bissau. La debilitada economía de esta región es fuertemente dependiente del sector agrícola tradicional. Los efectos de la pobreza estructural tienen consecuencias nefastas para las personas con diversidad funcional, a quienes la tradición cultural de la zona excluye de las actividades productivas y sociales. Esta situación se agrava aún más en el caso de las mujeres, que son discriminadas por su condición de mujer, su condición de pobreza y su discapacidad (discriminación múltiple).

Según Alassane Bayane, el presidente de la UROPH (Union Regional des Organisations de Personnes Handicapees) de Ziguinchor, la tipología más frecuente de diversidad funcional en la región es la visual, debida en la mayoría de los casos a la ceguera causada por el tracoma, enfermedad ocular tropical que afecta principalmente a la infancia y que resulta de la infección por la chlamydia trachomatis, una bacteria. El tracoma es la principal enfermedad infecciosa causante de ceguera a nivel mundial. Los factores de riesgo ambientales para la transmisión del tracoma incluyen la falta de higiene, los hogares superpoblados y el acceso inadecuado al agua y a instalaciones de saneamiento bien acondicionadas.

Si hablamos de la diversidad física en la región, observaremos dos causas principales para la misma: en los años 70 existía una gran prevalencia de poliomielitis, enfermedad muy contagiosa que afecta principalmente a la infancia, ataca al sistema nervioso y puede causar parálisis. No era raro ver en esa época familias donde 3 o 4 de sus miembros sufrían algún tipo de diversidad funcional física debido a lo contagioso de la enfermedad. La enfermedad ha sido declarada oficialmente erradicada de Senegal y del continente africano en agosto del 2020 por la OMS.

Por otro lado, el conflicto armado de la Casamance ha dejado numerosas personas afectadas físicamente, debido sobre todo a las minas antipersonas colocadas tanto por los militares como por los rebeldes. En 1981 comenzó un conflicto entre el gobierno senegalés y el MFDC (Mouvement des Forces Démocratiques de la Casamance), que reivindicaba la independencia en la región. Las minas eran colocadas principalmente en la zona del bosque para evitar que los rebeldes salieran de sus espacios y al mismo tiempo que los militares no pudieran acceder a ellos, pero en los momentos más duros del conflicto hubo minas que explotaron también en mitad de ciudades como Ziguinchor, como nos explica Sarani Diatta, presidente de la ASVM (Association Senegalaise des Victimes de Mines). El conflicto sigue abierto pero desde hace ya más de tres años ha disminuido considerablemente.

También se observan numerosos casos de ictus, debidos a diferentes factores como a una mala alimentación: el abuso del “jumbo”, pastillas sazonadoras para cocinar que contienen glutamato sódico o del azúcar blanca refinada.

El único medio de transporte que se fabrica en el país para estas personas es la “voiturette”, silla-bicicleta en la que te puedes desplazar gracias a la fuerza de tus brazos.

Dentro de esta tipología, en Senegal están incluidas las personas albinas. A pesar de que a nivel internacional no están consideradas personas con diversidad funcional, son personas que pueden sufrir problemas de desarrollo y a menudo también visuales.
Con respecto a la diversidad funcional auditiva, desde los años 70 se comenzó a estudiar la lengua de signos americana (ASL), gracias a un pastor holandés que llegó a Senegal y que había sido formado en ella.

En cuanto a las causas principales de la prevalencia de diversidad funcional intelectual, se observa la tendencia a celebrar matrimonios consanguíneos, además de los problemas en cuanto la salud reproductiva de las mujeres, ya que muchas de ellas no tienen acceso a un seguimiento adecuado durante el embarazo y a día de hoy todavía muchos niños y niñas nacen en sus casa, sin contar con la supervisión de una persona profesional.

No se habla mucho de la diversidad funcional mental o de enfermedades psiquiátricas. La vida se hace en comunidad y esto rebaja mucho el nivel de estrés de las personas, que no se sienten solas. Es normal hablar y saludar a mucha gente, aún sin conocerla y preguntar varias veces por tu estado actual. Además la gente te llama repetidamente por tu nombre, lo que te da un sentido de pertenencia y de existencia.

Existe una tendencia a no expresar las propias emociones si éstas son consideradas negativas, como sucede con la tristeza o el enfado, ya que la realidad cotidiana ya es muy dura de por sí. La Casamance es una zona en donde florece el misticismo. Allí perduran en muchas poblaciones tradiciones y costumbres ancestrales animistas y con ellas sus respectivos bosques sagrados, cuya principal función es regular el perfecto
comportamiento y desarrollo del pueblo. Defienden la existencia de un Ser Supremo pero atribuyen también la posesión de un espíritu a animales, plantas o fenómenos naturales.

Se habla del poder mágico de mucha gente para hechizar a otras personas e incluso de posesiones. Existe la creencia de que una persona puede ser afectada psicológicamente, debido a que su familia en el pasado no pagó su deuda con el rezo a un fetiche. Se da un elevado uso entre la población de amuletos u objetos (gris-gris) para protegerse de esta magia o guiñé. No existen las enfermedades mentales como nosotros las conocemos.

A nivel estatal el 6 de julio del 2010 se redactó la Ley de Orientación Social como respuesta a la fuerte demanda de asociaciones e instituciones que intervienen en la defensa y promoción de sus derechos. Tiene como objetivo constituir un marco de referencia para el sistema institucional en materia de atención e integración de las personas con diversidad funcional en la sociedad senegalesa. Lamentablemente, no se han dado grandes cambios al respecto tras la redacción de la mencionada ley. Hay un claro desinterés por parte del Estado en este tema. Existen federaciones locales, pero éstas no cuentan con los medios suficientes para llevar a cabo sus actividades. En la región encontramos dos ongs que trabajan con personas con diversidad funcional, la ong francesa Humanité et Inclusión (Handicap International) y la española AIDA- Dexde.