El «Al Shabaab» mozambiqueño. Algunas notas sobre el origen del grupo terrorista que actúa en Cabo Delgado (I)

El «Al Shabaab» mozambiqueño. Algunas notas sobre el origen del grupo terrorista que actúa en Cabo Delgado (I)

Escrito por Juan Nebreda, sociólogo y graduado en el Curso de Cultura y pensamiento de los pueblos negros

A principios de 2017, el pueblo pesquero de Mocimboa de Praia, al norte de Mozambique, sufrió el ataque de unos terroristas armados, que asesinaron a 17 personas e instaron a la población a rechazar todo símbolo del Estado mozambiqueño. Se trató de la primera acción violenta organizada por Al Sunnah wa Jamaáh (ASWJ), más conocido entre la población de la provincia de Cabo Delgado como Al-Shabaab, Los jóvenes, grupo que no guardaba vinculación con su homónimo somalí. Entre los agresores, los testigos pudieron reconocer a varios vecinos de la localidad 1.
Desde entonces, y hasta la fecha, los ataques del grupo se han multiplicado, incrementando el nivel de violencia y expandiéndose a otras zonas, provocando con ello la huida precipitada de uno de cada tres habitantes de la provincia, tal y como denuncian las ONGs, que no dan a basto para atender las necesidades de cientos de miles de personas en localidades como Pemba.

La pasividad primero, e incapacidad después, de las fuerzas armadas mozambiqueñas para recuperar el control de la zona y ofrecer seguridad a su propia población, ha llevado a la contratación de organizaciones mercenarias como DAG, denunciadas por Amnistía Internacional 2 por haber cometido violentos abusos contra la población civil, denuncias extensibles a algunas de las actuaciones de las propias fuerzas mozambiqueñas. El interés regional no radica solamente en el temor a que la violencia se extienda por los países limítrofes, o en que una suerte de Estado Islámico
pueda conformarse cerca de sus fronteras y servir de base de entrenamiento para atacar a sus respectivos países. También se centra en el daño producido a los multimillonarios intereses gasísticos y de extracción de minerales existentes en la zona, con la participación de grandes corporaciones internacionales.

Son éstos los prometedores negocios que se presentan en un Cabo Delgado a menudo conocido también como Cabo Esquecido (Olvidado, en portugués). Y es que si los 32 millones de habitantes de Mozambique padecen un alto nivel de pobreza, siendo el suyo uno de los países con menor renta per cápita del mundo, con una esperanza de vida que no alcanza los 52 años, y unas tasas de analfabetismo que afectan a uno de cada cuatro hombres y a más de la mitad de las mujeres; las condiciones de vida de los habitantes de esta provincia, a 2500 kilómetros al norte de la capital, Maputo, son aún peores: el 86,2% vive de la agricultura, sólo el 12,5% de la población tiene acceso a la electricidad, sólo el 17,5% de las mujeres están alfabetizadas y sólo un 7,9% de mujeres tienen educación secundaria o superior 3 .

Cuenta además con una composición religiosa muy diferente a la del resto del país. Los musulmanes constituyen más del 75% de la población en seis de los distritos de Cabo Delgado, mientras que apenas llegan al 30% dentro la población total. Dicha distribución se halla igualmente vinculada a sus diferencias étnicas. Los tres principales grupos presentes en la región son los makua, los makonde y los mwani.

El pueblo makua es el grupo étnico más numeroso de Mozambique y se ubica al norte del río Zambeze. Tradicionalmente se han dedicado al procesamiento de minerales metálicos, la caza y la agricultura, aunque también han participado en el comercio con distintos pueblos swahilis, incluyendo el comercio de esclavos durante el periodo colonial.

El pueblo makonde, menos numeroso (con aproximadamente un cuarto de millón de habitantes, siendo mayor su población en el sureste de Tanzania), permaneció relativamente aislado en la meseta de Mueda con respecto a los colonizadores portugueses hasta principios del siglo XX. Salió muy perjudicado en comparación otros grupos étnicos en cuanto al pago de tributos, primero en provecho de la Compañía de Nyassa, contratada por las autoridades coloniales, y luego del propio Estado portugués mismo, regido por el proyecto salazarista del Estado Novo a partir de los años 30. La represión y la huida a Tanzania de muchos de sus miembros, quienes más tarde retornaron ya impregnados de las ideas emancipadoras de Nyerere, les llevó a cobrar especial relevancia en la lucha por la independencia nacional, a través del FRELIMO y durante la guerra civil posterior contra la RENAMO. El peso makonde en el actual

FRELIMO, cuyas raíces se encuentran en el marxismo-leninismo, a pesar de su controvertida orientación posterior hacia el neoliberalismo, a través de cuantiosas privatizaciones y mecanismos de corrupción tras la caída de la URSS, sigue siendo fundamental a día de hoy.

Los mwani, por su parte, cuyo nombre se podría traducir como “gente del mar o de la costa”, siempre han estado vinculados a las redes swahili de la costa oriental de África, y ya aparecerían mencionados en documentos árabes medievales. Por tanto, han estado mucho más expuestos a lo largo de la historia a los contactos comerciales y a las influencias externas. Se convirtieron al islam, probablemente por motivos instrumentales, dado que ello les garantizaba no ser esclavizados. Sus relaciones con los colonizadores fueron más intensas y, en consecuencia, tras lograr la independencia, y ante la posición de liderazgo nacional alcanzada por los makonde, se vieron progresivamente excluidos y empobrecidos. Muchos de ellos formaron parte de la RENAMO durante la Guerra Civil.


Fuente: Mozambique Ministry of State Administration, 2014

Tras el final de la guerra civil en 1992, el giro hacia un modelo de economía de mercado, y la celebración de elecciones libres ya en 1994, llegaron a Cabo Delgado numerosos refugiados instalados en Tanzania. Su reasentamiento en poblaciones como Mocimboa da Praia se naturalizó sobre la base de sus diversas pertenencias étnicas. No estaban separados por norma, pero sí buscaban estar cerca de sus más allegados, con lo que se daba en la práctica una convivencia, pero no una integración plena, incluso a pesar de la frecuencia de los matrimonios mixtos. La base social del FRELIMO continuaba prestándole su apoyo en las distintas elecciones, lo que aseguraba su influencia en las zonas del interior. En Mocimboa da Praia, el RENAMO seguía teniendo, en cabio, gran importancia, gracias al voto de los mwani, quienes continuaban centrados en sus actividades pesqueras y comerciales. Los makonde se seguían dedicando a la agricultura, pero también, de la mano del FRELIMO, eran el grupo preponderante en el ámbito de la educación y de la medicina. Y todos compartían la misma pobreza generalizada.

Desde entonces, no han dejado de sucederse conflictos menores que, en cierto modo, pueden asociarse a esta idea de identidad, etnia y religión, relacionada con las acusaciones de fraude electoral en los sucesivos procesos electorales, y que se hallan fuertemente asociados a las bases de apoyo a los dos grandes partidos, y a los mecanismos de corrupción para conservar el poder político.

Pero la aparición de grandes bolsas de gas, además del desarrollo de la explotación de recursos minerales como el rubí, bien podría haber representado una expectativa viable de mejora económica, dado que Mozambique podría convertirse en 2025 en uno de los principales exportadores mundiales de gas. Pero la realidad es otra.

Los ciudadanos no tienen información sobre el impacto previsible de esa actividad, más allá de los directamente afectados, ni a nivel ecológico, ni a nivel social. “Para las grandes empresas trasnacionales de la industria extractiva la contratación de mano de obra cualificada extranjera es alta, y la de trabajadores locales poco cualificados mínimas. En el caso del agronegocio y la minería de piedras preciosas, el efecto sobre la contratación de mano de obra local puede ser mayor, pero sus condiciones laborales y salariales acostumbran a ser precarias” 4 .

La frustración de los jóvenes de la provincia es evidente. No tener empleo o recursos implica no poder convertirse en adulto en un país cuya media de edad es de tan sólo 17 años. No ser capaz de afrontar el pago de la dote de una pareja implica no seguir los pasos de la cultura tradicional, quedarse fuera, en cierto modo, del orden social. Y quedarse fuera en el contexto de grandes operaciones gasísticas, donde se explota la tierra, pero no se observa beneficio alguno para la población local, incrementa dicha frustración. De esta situación, en muchas ocasiones, puede derivarse la orientación progresiva hacia la violencia, como forma de rebelarse contra el estado de cosas presente. Y ello puede hacerse bien acercándose a esa visión extremista del Islam, o bien participando de las numerosas actividades ilícitas existentes en la región.

Porque por el territorio de Cabo Delgado, entre tanta pobreza, se mueven negocios muy boyantes que contribuyen a la inestabilidad de la zona. Por un lado, tenemos los negocios legales vinculados a la explotación de minerales. Las grandes inversiones, como la mejora de carreteras, sin ir más lejos, han tenido como fin facilitar los accesos a los lugares de extracción de petróleo, gas natural y los depósitos de zafiro y rubí más grandes de África, que se ubican cerca de Montepuez. Para entender la importancia y los posibles efectos derivados de este negocio, y que contribuyen a la
inestabilidad en la zona, tenemos el caso de la empresa Gemfields, con sede en el Reino Unido, que posee la concesión de las minas responsables del 40% del suministro mundial de rubíes. Según algunos informes presentados por el bufete de abogados Leigh Day, a instancias del obispo católico de Pemba, esta empresa ha cometido numerosos abusos contra la población local, forzándola a abandonar sus tierras, en un clima de violencia, de robos a mano armada y de asesinatos y torturas. Dicho informe, datado en 2016, señalaba que la policía mozambiqueña era cómplice de los guardias de seguridad privada que protegían las minas. La empresa negó los hechos y Leigh Day presentó ante el Tribunal Superior de Inglaterra una demanda contra la empresa en nombre de 29 personas que habían sufrido dicha violencia 5 . Finalmente, la empresa fue condenada con indemnizaciones millonarias a los afectados o familiares de asesinados y torturados 6 .

A los abusos cometidos sobre la población, para la explotación de la tierra y el enriquecimiento ajeno, frente a la situación de pobreza generalizada, se añade la creciente expropiación de tierra en beneficio de los proyectos gasísticos, con la participación de empresas como Anadarko Petroleum Corporation, Wentwork o Total, cuyo perfil de trabajadores es especializado y no atienden a las expectativas de mejora de la vida de la mayor parte de los habitantes. El historiador Yussuf Adam nos lo explica de este modo: “Las inversiones se realizaron sin mostrar ninguna preocupación por mejorar las condiciones de vida de las personas. Se empezaron a construir casas para técnicos e ingenieros, cuando lo que se debería haber hecho era asegurar que la gente tuviera una buena producción agrícola, no perdiera el acceso al mar, etc.” 7

Por otra parte están los negocios ilícitos. Un estudio reciente del Global Initiative Aganinst Transnational Organized Crime sobre la economía ilícita en el norte de Mozambique 8 nos muestra cómo se desarrolla la llegada y distribución de drogas, que se introducen por tres vías distintas en la región de Cabo Delgado: mediante la llegada en barcos a las costas de Mocimboa da Praia, Quissanga y Pemba; a través de contenedores de grandes barcos que arriban al puerto de Pemba desde Brasil, si se trata de cocaína, o desde Pakistán, si se trata de heroína; o atravesando la porosa frontera con Tanzania. En este caso, dice el informe, dicha heroína suele estar destinada al consumo local 9 .

Además de las drogas, hay otros dos negocios que reportan muchos beneficios a quienes los manejan: el tráfico de personas, que generalmente provienen de Somalia y Etiopía y se dirigen hacia Sudáfrica vía Malawi; y el tráfico negro de gemas y piedras preciosas procedente de las minas mencionadas, cercanas a la localidad de Montepuez, y de la reserva de Niassa.

Con toda esta suma de factores (pobreza, corrupción, abuso, expulsión de tierras, diferencias étnicas y religiosas, frustración de expectativas) se llena el caldo que abre la puerta finalmente al terrorismo. Como señala Eric Morier-Genoud 10 , en 2007 surge una secta en el distrito de Balama. Un joven, Sualche Rafayel, de la etnia makua, regresó a su pueblo natal, la aldea de Nhacole, tras pasar varios años en el sur de Tanzania, donde había formado parte de una granja wahabí local. Tras integrarse en la mezquita local, coordinada por el Consejo Islámico de Mozambique (CISLAMO), organización musulmana de tendencia sufí autorizada por el gobierno, y que representa el enfoque islámico mayoritario en la zona, Sualche se destacó por su rigorismo y trató de ganar adeptos, distanciándose de la CISLAMO. Ésta, advirtiendo que el grupo estaba extremando su postura, con un abierto rechazo hacia el Estado, comunicó la situación a los jefes de distrito. La respuesta gubernamental fue el arresto de este activista, dejando bien claro que no se iba a consentir un rechazo al Estado laico, o que se promoviera que las menores, por el hecho de ser mujeres, salieran de las escuelas.

Una vez recobrada su libertad, Sheik Sualche tal vez se instaló en el distrito de Chirue, donde años más tarde, en 2014, Abdul Karim, nacido allí y de la etnia makua también, entró en conflicto con los musulmanes de la mezquita local, en términos parecidos a los de Balama. Ante tales discrepancias, decidió instalar una mezquita en su propia casa, en donde además puso también en marcha una madrasa. Pronto se abriría una segunda mezquita afiliada. Las tensiones que se estaban generando quedaron en evidencia cuando los musulmanes moderados celebraron el Día de la Paz en octubre de 2015, y los miembros de esta secta la interrumpieron tachándola de haram (prohibida por el Corán según su particular lectura del mismo). Un año después, en noviembre de 2016, un enfrentamiento entre musulmanes moderados y miembros de la secta en Intutupué ocasionó la muerte de uno de los primeros, huyendo los agresores a Chiure.

Las autoridades detuvieron a los responsables y destrozaron la mezquita. En respuesta, otros miembros de la secta, armados con cuchillos, asediaron la comisaría local para exigir la liberación de los detenidos y la devolución de los enseres de la mezquita. Un miembro de la secta agredió a un policía, que detuvo y envió a prisión a varios de ellos, e hirió a Sheik Abdul, quien se fugaría del hospital, siendo de nuevo detenido en 2017 y falleciendo en prisión un año después, en circunstancias aún sin aclarar 11 .

No es de extrañar entonces que el grupo fuera creciendo. A finales del año 2016, era ya predominante en Palma, Nangade, Mocimboa da Praia y Montepuez. Las intermediaciones de los jeques sufíes en las distintas localidades fueron infructuosas. En todas estas localidades hubo enfrentamientos menores entre 2015 y 2016, con campañas para evitar que las niñas fueran a la escuela o ataques a comercios para evitar la venta de alcohol. El monstruo iba creciendo, pero aún no se había militarizado. El momento del cambio lo sitúa Eric Morier-Genoud del siguiente modo: “Sugiero que la secta cambió su estrategia global después de haber sido objeto de la oposición y represión de las principales organizaciones musulmanas y del Estado” 12 .Y es que la represión policial, además de todos los factores señalados con anterioridad, supone un elemento movilizador de gran dinamismo en distintos conflictos sociales de todo el mundo, porque el abuso de poder que representa alimenta la narrativa de la violencia de forma muy efectiva.


1 Morier-Genoud, Eric (2021). A insurgência yihadi em Moçambique. Origens, natureza e início. Cadernos IESE 21/2021. Pág. 6.

2 Amnistía Internacional (2021) What I saw is death. War crimes in mozambique’s forgotten cape. https://www.amnesty.org/download/Documents/AFR4135452021ENGLISH.PDF. Informe elaborado por David Matshine. 2 de marzo de 2021.

3 Estelle, Emily; Trisko Darden, Jessica. (2021). Combating the islamic state´s spread in África. Assessment and recomendations for Mozambique. Critical Threats. American Enterprise Institute. February 2021.

4 Alberdi, Jokin; Bidaurratzaga, Eduardo (Coords). (2014). Desarrollo humano local en Mozambique. Instituto de estudios de desarrollo y cooperación internacional. Universidad del País Vasco. Pág. 23.

5 Pirio, Gregorio; Pittelli, Robert; Adam, Yusuf. (2018). The emergence of violent extremism in northern Mozambique. Africa Center for strategic studies. 23 de marzo de 2018.

6 https://www.lavanguardia.com/vida/20190129/4686927163/millonaria-indemnizacion-de-minera-britanica-a-mozambiquenos-por-violencia.html

7 Adam, Yusuf (2021) We need to stop the war. Interview in https://clubofmozambique.com/news/cabo-delgado-we-need-to-stop-the-war-interview-with-yussuf-adam-193484/. 31 de mayo de 2021. Traducción propia.

8 Global Iniciative against transnacional organized crime (2021). The evolution of the ilicit economý in northern Mozambique. Issue 17. March-April 2021.

9 Global Iniciative against transnacional organized crime (2021). Pág. 10.

10 Morier-Genoud, Eric (2021). A insurgência yihadi em Moçambique. Origens, natureza e início. Cadernos IESE 21/2021. Pág. 13.

11 Morier-Genoud, Eric (2021) Pág. 14.

12 .Morier-Genoud, Eric (2021). Traducción propia. Pág. 18.