17 Ene Geopolítica en la subregión de los Grandes Lagos africanos, desde los años 90 hasta nuestros días (I)
(Resumen de la ponencia presentada el día 2 de diciembre de 2019 en el Curso Cultura y pensamiento de los pueblos negros por Rosa Moro, responsable de comunicación de Umoya)
Escrito por América Nicte-Ha López Chávez.
Doctora en Ciencia Política especializada en pueblos africanos y poblaciones afrodescendientes latinoamericanas.
La región de los Grandes Lagos comprende siete países: República Democrática del Congo (RDC), Uganda, Ruanda, Burundi, Kenia, Tanzania y Zambia. Es una de las regiones más rica del mundo en cuanto a sus recursos naturales, con maderas, oro, diamantes, uranio y coltan. Pero, al igual que en otros muchos lugares, estas riquezas han supuesto también una auténtica maldición para ella, condenado a sus habitantes a una sucesión de guerras y de trabajos forzados. En particular, el este de la RDC, Ruanda y Burundi llevan inmersas en la violencia desde 1990.
Antecedentes del Conflicto: las riquezas del Congo.
En marzo de 1862, Leopoldo II visitó el Archivo General de las Indias en Sevilla con el fin de documentarse personalmente sobre las formas de explotación desarrolladas por los españoles en la América colonial, buscando en ellas un modelo en el que inspirarse con sus futuras colonias. En 1876 convocó una conferencia en Bruselas con exporadores y geólogos y fundó la Asociación Internacional Africana, cuyo objetivo era explotar las riquezas africanas con el pretexto de promover la filantropía. Las fronteras
actuales del Congo se establecieron en la Conferencia de Berlín (1884-1885), que repartió el conjunto del Continente entre un puñado de potencias coloniales. Así, se fundó el llamado “Estado Libre del Congo”, como auténtica propiedad personal de Leopoldo II.
Desde entonces hasta nuestros días, los congoleños han vivido bajo una sucesión de regímenes subordinados al exterior y dedicados al saqueo de sus recursos. Primero fue el “Estado Libre del Congo”, que Leopoldo hubo de ceder en 1909 a Bélgica en medio del escándalo desencadenado por las revelaciones periodísticas sobre los terribles crímenes cometidos contra la población local, después el “Congo Belga”, basado también en una administración draconiana. Después, tras el breve gobierno de Lumumba, en 1960-1961, la larga dictadura de Mobutu, seguida de la de los Kabila. En
2016, Edward Snowden señaló que la RDC es el país más vigilado de África por los servicios secretos británicos y estadounidenses.
El conflicto actual no puede ser reducido en modo alguno a un enfrentamiento interétnico. Se trata de una auténtica “guerra de depredación, de baja intensidad y por delegación, una proxy war.” En ella la responsabilidad de Estados Unidos y sus aliados es absoluta. Porque aunque los actores de la región tienen grandes intereses propios en la guerra, sin el apoyo, financiación y cobertura de Estados Unidos, no les sería posible llevarla a cabo.
Las tácticas de dominación y control que han utilizado Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados locales en este conflicto han sido “fraccionar el país, sembrar el caos, alimentar divisiones internas y generar desinformación, una versión oficial y falsa que oculta la realidad y las responsabilidades, y una narrativa impuesta a nivel local e internacional. De este modo, “se ofrecen picos de actualidad real sobre los que pivota
toda la falsa narrativa que oculta la realidad. No hay mejores mentiras que las que tienen parte de verdad”.
Independencia y continuidad de aliados locales: El triunvirato de las 3 K´s
En 1960 el Congo se independizó de Bélgica y se celebraron elecciones en las que Patrice Lumumba fue elegido Primer Ministro. Su actitud rebelde y anticolonialista le convirtió en víctima de la CIA y de los servicios secretos belgas. Tras ser derrocado por su antiguo colaborador Joseph-Desiré Mobutu, no tardó en ser asesinado. A partir de entonces, Estados Unidos tomó el control de facto del Congo, que le sirvió además como plataforma desde la que actuar sobre toda la región. El sustituto de Mobutu fue
Laurent Desiré Kabila (1997-2001) quien entró al Congo, gracias a una “rebelión congoleña” de la que fueron artífices los presidentes de Uganda y Ruanda, en coalición con Estados Unidos,. Tras su asesinato, en extrañas circunstancias, le sucedió su hijo adoptivo, Josep Kabila, quien se ha mantenido como Presidente hasta 2019.
Josep Kabila, junto con los presidentes de Uganda, Kaguta Yoweri Museveni, y de Ruanda, Paul Kagame conforma el llamado “triunvirato de las 3 K’s”. Museveni llegó al poder en 1986, al frente de un movimiento guerrillero financiado y entrenado por Estados Unidos y Gran Bretaña. Kagame era entonces uno de sus colaboradores más próximos. Procede una familia de la aristocracia tutsi, exiliada en Uganda tras el derrocamiento de la monarquía feudal ruandesa. Era además uno de los hombres clave de la CIA en la región y había recibido incluso adiestramiento militar y político en la academia de Fort Laevenworth, en Kansas.
Cuando la rebelión de Museveni, “cuyas filas estaban llenas de tutsi ruandeses, siempre bajo instructores británicos y estadounidenses” llegó al poder en Uganda, estos exiliados tutsi supieron que les había llegado el turno”, Kagame organizó entonces el Frente Patriótico Ruandés, el cual inició una guerra contra el gobierno de mayoría hutu de Ruanda. Pero sus planes iban más allá del derrocamiento del gobierno de su país de origen. Se perseguía una transformación geopolítica de la región, balcanizando el Congo y controlando algunas de sus regiones, con el fin de apropiarse de sus cuantiosas riquezas minerales. El objetivo era además desplazar totalmente a Francia de la región, colocándolo bajo exclusivo control estadounidense y británico. Comenzaría así una secuencia de guerras y masacres que convertirían a Kagame, en palabras de Rosa Moro, en “el mayor criminal en activo del mundo”. Sobre cuyas espaldas reposan la mayor parte de las peores masacres cometidas en los últimos 28 años”. De todo ello hablaremos en la siguiente entrega.