Geopolítica en la subregión de los Grandes Lagos africanos, desde los años 90 hasta nuestros días (II)

Geopolítica en la subregión de los Grandes Lagos africanos, desde los años 90 hasta nuestros días (II)

Escrito por América Nicte-Ha López Chávez.
Doctora en Ciencia Política especializada en pueblos africanos y poblaciones afrodescendientes latinoamericanas.

Aspectos controvertidos del genocidio ruandés

El 1 de octubre de 1990, el FPR lanzó su primer ataque contra Ruanda desde
Uganda. A lo largo de los años siguientes, sus milicias perpetraron numerosas masacres contra la población ruandesa, que huyó en masa hacia el interior, dejando el norte del país despoblado.
El conflicto se extendió también a la vecina Burundi. Allí, en octubre de 1993, su Presidente, de etnia hutu, Melchior Ndadaye, fue también asesinado por militantes tutsi.
El conflicto subsiguiente ocasionó la matanza de miles de personas. Todos estos actos de terror previos al genocidio de 1994 suelen ser minimizados, pero sólo teniéndolos en cuenta podemos comprender plenamente lo que ocurrió a continuación.
Para solucionar el conflicto, la ONU impulsó las conversaciones de Arusha en Tanzania. El 6 de abril de 1994, el avión presidencial ruandés, en el que viajaba el Presidente del país Juvénal Habyarimana, y el de Burundi, Cyprien Ntaryamira, ambos de etnia hutu fue derribado por un misil. En el atentado falleció también el Jefe del Estado Mayor ruandés. Numerosas evidencias apuntan hacia una autoría por parte del FPR. Sin embargo, la versión más oficial atribuye la acción a una represalia por parte de extremistas hutu, descontentos por las excesivas concesiones otorgadas a los tutsi.
Los hechos subsiguientes son bien conocidos: una ofensiva total del FPR al
tiempo que matanzas en masa de tutsi en territorios ruandés, a manos de las milicias hutu. Sin embargo, hay algunos hechos que conviene matizar. De acuerdo, con el libro What Really Happened in Rwanda? (¿Qué sucedió realmente en Ruanda?), escrito por dos profesores de sociología de la Universidad de Virginia, Christian Davenport y Allan Stam, las cifras reales de víctimas habrían sido notoriamente inferiores al millón de muertos oficiales.

El Congo, el destino final

Dos millones de hutu ruandeses se refugiaron entonces en el Congo, donde
todavía gobernaba Mobutu. Realmente, con la caída y asesinato de Habyarimana, los días de Mobutu al frente del Congo estaban contados. La guerra se extendió al este del país, en donde las fuerzas de FPR combatieron a los refugiados, llevando a cabo un segundo genocidio, ahora contra los hutu, ante la inacción de la Comunidad Internacional y la ONU. Las tropas ruandesas y ugandesas, junto con los tutsi congoleños, se hicieron con el control del noreste del país. Pero no se detuvieron aquí, sino que impulsaron la creación de una coalición de disidentes antimobutistas, la AFDL (Alliance de Forces Democratiques pour la Liberation du Congo), al frente de la cual fue colocado Laurent Desiré Kabila, un antiguo guerrillero lumumbista, que durante décadas había quedado relegado a un papel totalmente marginal dentro de la escena política nacional. Respaldado por sus nuevos patrones, no tuvo ahora grandes dificultades en desalojar del poder a Mobutu en 1997.
La resistencia de Kabila a dejarse manejar por sus poderosos valedores condujo a éstos a una segunda invasión del país y a una sangrienta guerra panafricana entre 1998 y 2003. Mientras, en 2001, Kabila fue asesinado en un oscuro incidente. Teogene Rudasingwa, antiguo jefe de inteligencia de Kagame, ahora exiliado, asegura que el FPR fue el responsable de este asesinato. La segunda guerra terminó con la formación de un gobierno “inclusivo” y la integración en el ejército congoleño de los rebeldes tutsi.
“Irónicamente, todos los señores de la guerra ruandeses obtenían cargos de
responsabilidad en el ejército del país al que estaban agrediendo”, nos dice Rosa Moro.

La tercera K de Kabila

Joseph Kabila heredó el poder del Congo en enero de 2001. Según Rosa Moro, las instituciones civiles y militares congoleñas han sido objeto de una profunda infiltración ruandesa. Kabila se ha visto obligado a organizar elecciones presidenciales en diciembre de 2018. En ellas ha salido vencedor, un antiguo opositor Félix Tsishekedi, quien es hijo de Étienne Tsishekedi, un antiguo opositor a Mobutu. No parece que se estén produciendo grandes cambios.
También se calcula que hay más de 70 grupos rebeldes operando en el este del Congo. Muchos de sus integrantes parecen ser en realidad militares ruandeses. La guerra del Congo se ha hecho tristemente famosa por el uso masivo de las violaciones como arma de guerra, utilizada no sólo contra mujeres sino también contra hombres.
Se acusa a Ruanda de pretender un despoblamiento de ciertas zonas para repoblarlas con colonos ruandeses.

La pasividad internacional

La ONU tiene desplegada en el Congo la misión más numerosa y costosa de su historia, la MONUC primero 1999 a 2010 y la MONUSCO desde ese año. Pero su actuación está siendo muy cuestionada. Parte de la población local les es muy hostil e incluso apedrea sus vehículos. Les acusa de mantener la actual situación, no de brindarle protección contra los grupos armados.
La impunidad está garantizada en Congo y en el resto de la región. No ha habido ningún tribunal (TPIR en Arusha, Tribunal de Grande Instance de París, Audiencia Nacional Española) capaz de juzgar los numerosos crímenes cometidos por el FPR y sus aliados y evidenciados sobradamente desde los años 90 hasta nuestros días.
Los líderes de la región y sus padrinos estadounidenses, británicos e israelíes pagan enormes sumas de dinero a las mejores empresas de PR (Public Relations) y los principales Think Tanks del mundo. Por ejemplo, la más influyente al servicio de Kagame es la de los Blair, Cherie y Tony Blair.
“Los peligros de una historia única” (Chimamanda Ngozi Adichie, escritora
nigeriana)
Para finalizar, Moro señaló que en Congo, Ruanda y Burundi hay una tremenda conciencia política, mucha humanidad, solidaridad, toma de conciencia y una firme determinación de disfrutar de la vida. “Se saben víctimas, se organizan, se apoyan unos a otros tanto para llorar como para celebrar. No son víctimas inertes, son gente vital, activa, que piensa y que no se amedrenta, valientes, imaginativos, supervivientes”.
“Ahora Trump ha nombrado como enviado para la región a un hombre que
defiende abiertamente desde hace años la balcanización del Congo, John-Peter Pham,
pero a este también lo superaran los congoleños y congoleñas. Porque no hay nadie en esta tierra con más experiencia en resistir que ellos”.