Ilê Aiyê, Brasil y sus raíces africanas

Ilê Aiyê, Brasil y sus raíces africanas

Entrada escrita por Carolina Grandela Tortuero, alumna del curso 2018-2019 y especialista en Danzas Orientales y Afrobrasileñas con investigación en antropología ritual.

Para que cuando hablemos de África no olvidemos cuán grande es y cómo su presencia se hace sentir en distintas partes del mundo, aunque se la silencie. También para que no olvidemos como esa presencia se gesta en el recuerdo, aunque parezca paradójico, y como el recuerdo es lo que les permite seguir vivos, pues sin loar a los ancestros, no hay África que se precie.

Existe un extracto de África al otro lado del océano Atlántico, la defensa de una identidad negro-africana y la creencia en una realidad tan chocante como fascinante, producto de una historia mixta.

Por un lado, aquella que llevaron consigo los esclavos negros de distintas procedencias. Por otro, la de su supervivencia, su adaptación y su evolución sin desvincularse nunca de la madre tierra

 

Y así nos lo descubren ILÊ AIYÊ, grupo brasileño que nos permite cruzar el gran charco una y otra vez a través de su música, llevando a cabo una conversación entre dos continentes que intentaremos retransmitir en este artículo.

 

La memoria como entidad

Hay muchas formas dentro de África, pero sólo una sangre. Y eso no se aprende, se aprehende, que no es lo mismo.

La africanidad no se concibe sin todas sus partes. Y esto es una realidad. En ella lo muerto y lo vivo coexisten y conviven. Es en la memoria llevada a la práctica donde encontramos guardados sus secretos.

Esa memoria, tratándose de África, es una entidad en sí misma y como tal adopta todo tipo de formas de expresión. Así, la encontramos musicada, dramatizada, ritualizada, alimentada, vestida, cuidada y preservada.

Es el gran misterio africano, el plano paralelo de existencia: estás tú, el vecino (y aquí hablamos también de la Naturaleza), el ancestro y la memoria, y todos somos lo que somos porque nada funciona sin alguna de las partes integrantes.

 

“Sin ella no hay axé”

Pregúntenle a una bahiana (ciudad bahía de Brasil) por qué el primer acarajé es para el suelo y te responderá:

No es suelo, tú no lo ves (Orixás), pero están aquí y son los primeros que tienen que ser alimentados, porque si no, no hay bença (bendición) y sin ella no hay axé, y sin axé, amigo, no estamos vivos. Pues es en el soplo vital que se encuentra el dinamismo del mundo, la existencia, y que, por tanto, hace que todo a lo que pertenecemos y nos pertenece, desde el vasto Universo hasta el átomo más pequeño, respire. Y es responsabilidad de cada cual el no olvidarse de conectar las partes, porque si no, nada funciona”.

Por tanto, el terreno es fuente viva de combustible, necesario para nutrir la existencia, y se alimenta con sus propios frutos, siendo estos condimentados por un proceso que incluye la palabra, el acto, el gesto y la intención. Es decir, pura magia.

Detrás de cada detalle hay un acto intencionado de trabajo en conjunto para que todo esté como tiene que estar: vivo. Desde un salve, hasta la colocación de un turbante, desde una saudação hasta los colores elegidos para el vestir; desde la letra de una canción hasta un gesto de la mano para pedir permissão; desde un ayuno hasta un banho de ervas; desde un toque de atabaque hasta una ofrenda floral en el mar… Todo conforma el universo negro africano del pueblo bahiano,y quien mejor lo representa es ‘o mais belo dos belos’: Ilê aiyê.

 

El movimiento africanista en Brasil

Ilê aiyê nace como el primer “bloco afro” en Salvador de Bahía de Todos los Santos, terminología característica de la época en la que se gestó este proyecto (mediados de los 70), coincidiendo con el movimiento mundial de reivindicación de africanidad por parte del colectivo negro mundial.

Fue un despertar como respuesta al hartazgo de ser tratados durante mucho siglos como seres inferiores, en manos de los poderosos branquinhos

 

Y esto es en parte gracias a la reacción en cadena de toda la comunidad negra de origen africano y a los apoyos de gente de bien que, sin compartir origen común, defendieron semejante ultranza.

Pero el poder y la fuerza están en el eterno juego de compensación de equilibrios sobre la balanza, ya que nada se mantiene ajeno a las oscilaciones del tiempo.

En aquellos años, en un Salvador de Bahía negro como el azabache, se alzó una proclama de orgullo racial que revolucionó a toda una nación. Y sus armas eran la colectividad, la expresión artística, musical y plástica que honraban su memoria, y la lucha por la dignidad a partir de la educación que propiciaba paz a sus corazones. Fascinante.

 

Por fin ellos, Ilê Aiyê

Liberdade, sede de Ilê Aiyê, es el barrio con mayor población negra de todo Brasil y se convirtió en bastión de proclama y de lucha por la dignidad del pueblo negro, construido con una clara dirección (hacia arriba para llegar al Ori –reino de los cielos– desde el Aiyê mundo terrenal–).

Misión nada fácil, pero sí decidida. Supieron hacerlo: se encumbraron e irradiaron un mensaje tan elevado como profundo. Hoy, mucha parte de Brasil conoce su propia Historia gracias a la labor ejemplificadora de Ilê Aiyê que han tratado de rescatar la tradición y la herencia, y nunca han perdido de vistas oportunidades que podría brindar el futuro sin dejar de ser quienes son.

Emanan una continuidad en la concepción holística de la existencia, pues sus perfiles de acción no responden a una línea temporal, sino circular: el futuro está en el pasado y éste es presente

 

Con más de 40 años a su espalda reconduciendo pensamientos, modificando conductas sociales, dignificando la riqueza cultural de origen africana, han hecho florecer en su sentido más bucólico a cientos y cientos de jóvenes de distintas generaciones para que obtuvieran un lugar honrado en la gran nación que es Brasil.

Cuando convives con ellos, te formas y compartes su modus operandi, ya sea en el plano laboral, social, artístico o familiar. El valor que prima es el de identidad y comunidad. Pero todo está vinculado a una única y originaria matriz de la que no se desprenden y de la que se nutren constantemente.

EIlê Aiyê se ha dedicado a enmendar renglones torcidos en la comprensión identitaria y lo han hecho desde la música, la danza, la educación, la formación y la transformación social

Son actualmente varias las formaciones de este gran bloco afro, pero en cada una de ellas se encuentran los mismos patrones repetidos. Infunden valores. Altos valores.

 

Denominación de origen: “Ilê Aiyê”

La expresión musicada en todas sus caras, las mismas que se encuentran en el continente africano (danza, ritmo, armonía, melodía, canto…) tienen un condimento único con denominación de origen en Ilê Aiyê.

El peso de los graves en la polirritmia percusiva dando protagonismo al toque de los surdos (tambor grande tocado con dos baquetas con los que hacen auténticas virguerías no solo a nivel musical sino también danzado) representan el latido de un gran corazón.

Es su cadencia pesada, grave y swingada, junto con las voces moduladas de sabor negro, sus danzas y gestos las que producen un placer inmenso. Todo nos cuenta, nos cuenta lo que son, cómo sienten y qué representan

Pero es la memoria, presente en todos sus actos, la que actúa de fundamento para tal despliegue. Guinea Ecuatorial, Senegal, Angola, Costa de Marfil, Mali, Congo, Benin, Togo, y otros tantos países africanos con sus culturas se presentan implícitos en sus quehaceres artísticos.

También lo hacen personajes emblemáticos de la historia negra de Brasil, como Zumbí dos Palmares, Labâs, Candances, María Bonita. O bien se sirven de deidades de panteones yoruba, escogidos como temática anual del carnaval.

 

El carnaval se rinde a Ilê Aiyê

En el carnaval constatamos la importancia de esta formación, ya que no hay canal brasileño que no televise la salida de Ilê Aiyê en la ladera de Curuzú (momento sobrecogedor de emoción donde los haya)  así como su mensaje, música y puesta en escena.

Son reverenciados por la inmensa mayoría de artistas brasileños. Muy queridos, amados y admirados por su pueblo, sí. Pero sobre todo es el respeto del que gozan lo que hace que la sangre se te diluya en las venas cuando los ves pasar.

Alegría compartida, belleza en estado puro, explosión de color y ritmo.

 

Branco se voçê soubesse o valor que o negro tem Tomava banho de pexe pra ficar preto tambem

(Ilê Aiyê)