Los Sonidos del Imperio de Mali (IX). Kora (Gambia, Guinea Bissau, Senegal)

Los Sonidos del Imperio de Mali (IX). Kora (Gambia, Guinea Bissau, Senegal)

Escrito por Judit Torrent Navarro. Enfermera y Técnica de Cooperación. Alumna del Curso Cultura y pensamiento de los pueblos negros

La kora es peligrosa, tienes que tener mucho autocontrol al tocarla, porque te envuelve, te atrapa y te convierte en un solitario” (Nino Galissa)


Según Sam Sussoh, la kora es la evolución de un instrumento de tres cuerdas que un espíritu entregó a un humano. Podría estar refiriéndose al bolón, pero Musbaba Traore, por su sonoridad, defiende que es una evolución del simbi.

El bolón suena más como un bajo; el simbi más como un arpa, que es como a veces se denomina a la kora, el arpa africana. También se dicen que su sonoridad se acerca a la de la guitarra española.
La kora tiene 21 cuerdas. 10 se tocan con la mano derecha y 11 con la izquierda. El músico utiliza el pulgar y el índice para pulsar las cuerdas con patrones polirítmicos, mientras los otros dedos se adhieren a los agarres para asegurar el instrumento. Se puede afinar en una de las cuatro escalas de siete notas.

La kora se construye de la misma manera que el n’goni, pero encontramos algunas variaciones que la hacen claramente diferente.
El mástil es ligeramente más largo y siempre de madera. La calabaza suele ser bastante más grande que la del n’goni, de unos 50/60cm y la piel que la recubre suele ser de vaca.

Según Jorge Carvalho, director del documental, “Kora documentario” existen discrepancias sobre el origen de este instrumento. Hay varios países que lo reclaman como suyo, pero es durante el apogeo del Reino de Kaabú cuando muchas de las leyendas sobre el origen de la kora se cruzan entre sí.

Refiriéndose a los griots nos dice que “ellos son tocadores de kora y también guardianes e intérpretes de la sabiduría de los antepasados, de la historia épica de África Occidental y de sus protagonistas”.

Parte del documental transcurre entre las poblaciones de Gabú, Bafata y Tabato, y en ellas conocemos algunos de sus griots más representativos, quienes nos relatan distintas epopeyas y historias de guerreros y guerras del Imperio de Mali; nos hablan sobre el significado de ser griot y nos enseñan, paso a paso, cómo se fabrica una kora.

La kora es muy tocada y valorada en Gambia, Guinea Bissau, Guinea y Senegal, particularmente en el área de Cassamance. En parte del área geográfica que ocupan estos países es donde se encontró enclavado el antiguo Reino de Kaabu.


Gabú, Kaabu, Gabú Sara, Ngabou o N’Gabu

El reino o imperio de Gabú, Kaabu, Gabú Sara, Ngabou o N’Gabu (1537-1867) fue un reino mandinga de África Occidental formado por varios estados que comprendían gran parte de la actual Cassamance, este de Guinea Bissau, parte del norte de Guinea Conakry y la mayoría de Gambia.

Gabu era originalmente una provincia del imperio de Malí, conquistado por Tiramakhan Traoré, fiel general bambara al servicio de Sundiata Keita.

Debido al declive del poder central hacia el s.XVI, se constituye como un Estado autónomo con poderes propios y gobernado por el Mansa (rey) Sama Koli, conocido como Kaabu Mansabá o Farim Kaabu, nieto de Tiramankhan Traore.

Los mandingas tenían un gran poder político y cultural sobre el territorio de Kaabu. Confiaban en los poderes divinos de los djalan, sus ancestros, repartidos por las cuatro capitales del imperio. La aristocracia de Kaabu, bajo las órdenes de Mali fueron las familias Sané, Mané, Sonco y Djambam, entre otros.
Los reinados fueron los de Sama Koli, Mama Cadi Sani, Mansa Bacari y el último rey, el Mansa Mama Djankè Wali.

A principios del siglo XIX, en 1867, los Estados fulani de Futa Djalon y de Futa Tooro, desencadenaron una guerra contra Kaabu, basada en intereses económicos y religiosos. Convertir a los mandingas al Islam, recaudar impuestos y controlar el comercio de tejidos, producto sumamente importante en la región entre los siglos XVII-XVIII estaban entre sus principales intereses.

A modo de comentario Gabu es hoy una de las principales ciudades de Guinea Bissau, y es la región de mayor concentración de musulmanes del país.
Esta batalla se conoce como la batalla de Kansala, pero los mandingas la denominaron Turbam kelò, guerra de la Última generación.
Kansala, la ciudad central de este imponente Reino, se localizaba en un área que actualmente pertenece a Guinea Bissau.
Hay una pieza musical cantada sobre esta batalla por los griots que se llama “Chedo” o “Kedo”. Que dicen se escribió entre 1866 y 1867.
Tocada con kora, nos habla de los nobles y guerreros de Kaabu, región de la que se dice que procede este instrumento.

La tradición oral sugiere que los orígenes de la kora pueden estar relacionados con Jali Mady Fouling Cissoko, algún tiempo después de la
fundación de Kaabu en el siglo XVI. Otras fuentes sugieren que tuvo sus orígenes con los Jalis, en el Imperio de Malí ya en el siglo XIV.
Puede ser que ese lugar fuera en el imperio de Kaabu y a partir de allí se expandió por todo mandé. No se puede saber exactamente su origen, cada país, cada familia de griots cuentan su versión de la historia, normalmente siempre siendo ellos los protagonistas y reclamando el instrumento como suyo. Lo que parece que podemos asegurar es que, la kora, es otro instrumento de mandé.

La primera descripción de la kora publicada en Occidente fue realizada por el explorador escocés Mungo Park en su libro: Viajes en los distritos interiores de África, publicado en 1799, donde se refirió al «korro, un arpa grande, con 18 cuerdas».
Interpretes famosos de kora han sido y son Mory Kante, Toumani and sidiki Diabaté, Ballaké Sissoko, Djeli Moussa Diawara, Sona Djobarteh, entre otros.

Tabato. Historia del origen de un pueblo de griots

Nos cuenta Mutaro Djabaté:

Un grupo de familias del mande, la mayoría griots, se desplazaban buscando un lugar donde establecerse, donde afincar su pueblo, un sitio donde poder cultivar, criar animales y vivir tranquilos.

Anduvieron y anduvieron y ya cansados se sentaron en un claro del bosque a descansar, Allí pasarían la noche y los niños se fueron a buscar pequeñas ramas para encender el fuego con el que cocinar.

Distraídos jugando y riendo se adentraron en el bosque y de repente escucharon música, pero lo sorprendente es que miraron y miraron y no
encontraron ningún músico.


Se acercaron hacia donde esta procedía y llegaron cerca de un gran árbol. Allí se les apareció un genio que tenía un mensaje para ellos. Les dijo que fueran a buscar a sus familias y les explicó que, era en ese lugar, donde tenían que crear su pueblo.


Si tenéis la oportunidad de ir a Guinea Bissau entre las capitales de Bafata y Gabu hay un pueblo de griots que se llama Tabato. En él encontrareis a los descendientes de esos músicos de mande y, si les preguntáis por el gran árbol, os llevaran hasta él.


Hay una versión de esta historia que parece más oficial. Nos explica que, ante la petición de los griots, los fulanis les cedieron estos terrenos a cambio de sus servicios en las ceremonias y ocasiones requeridas. Pero evidentemente la historia, tal y como la cuenta Mutaro Djabaté, es mucho más bonita y agradable de creer.