Migrantes Senegaleses en la Argentina

Migrantes Senegaleses en la Argentina

Escrito por Gisele Kleidermacher.
Profesora de la Universidad de Buenos Aires y de FLACSO Argentina.
Investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)

La migración senegalesa tiene una larga tradición y obedece a distintos motivos. Los destinos tradicionales para emigrar han sido, en un primer lugar, Francia –la antigua metrópoli colonial – y luego, otros países europeos como Italia y España, así como Canadá y Estados Unidos. Pero cuando se habla de migrantes africanos en la Argentina, lo primero que surgen, entre otras, son las siguientes preguntas: ¿quienes vienen? ¿por qué eligen Argentina?¿cómo llegan? Intentaré dar a continuación una breve respuesta.
La migración africana en la Argentina tiene una larga data y se remonta al comercio de esclavos durante el Virreinato del Río de la Plata. El último censo en donde se preguntó por la ascendencia racial da cuenta de que, sólo en Buenos Aires, hacia mediados del siglo XIX, la población africana y afrodescendiente alcanzaba casi al 30% de la población.
En el siglo XX llegaron nuevos pobladores desde África. Sin embargo, ya no lo hacían como esclavizados, sino buscando mejores condiciones de vida que las impuestas por la colonia y escapando de las hambrunas causadas por las sequías. Se trataba de marineros principalmente, que venían desde Cabo Verde, por aquel entonces colonia portuguesa. Una vez llegados a la Argentina, se asentaron en los puertos de Berisso, Ensenada y Dock Sud, en las afueras de Buenos Aires.
Durante la década de 1980 y 1990 también arribaron personas afro a la Argentina, pero esta vez provenientes de otros países latinoamericanos, principalmente Brasil, Perú, Cuba y Uruguay. Estos migrantes se insertaron en el circuito cultural argentino, enseñando danzas de matriz afro y fundando las primeras asociaciones de difusión de cultura afro.
Es sólo hacia mediados de la década de los ’90 cuando llegan los primeros migrantes senegaleses al país. Lo hacen buscando nuevas rutas alternativas a los principales países a donde migraban tradicionalmente, es decir, Francia, Italia, España y Estados Unidos.
A las barreras que les son impuestas para poder acceder, deben añadirse también las crisis económicas internacionales y las condiciones favorables que presentaba la Argentina en aquel entonces: la convertibilidad cambiaria (un peso equivalía a un dólar), que favorecía el envío de remesas y la existencia de relaciones diplomáticas entre Senegal y Argentina, así como la exención de solicitud de visado de la que disfrutaban.

Estas condiciones se han visto modificadas a partir de la crisis socioeconómica y política de diciembre de 2001, la cual provocó el final de la convertibilidad, así como el cierre de las representaciones diplomáticas que Argentina mantenía en el continente africano a excepción de las de Angola, Congo, Sudáfrica y Nigeria. Es ahora en esta última en donde se deben tramitar los visados de Senegal hacia la Argentina.
A pesar del cambio en las condiciones de acogida del país, los migrantes ya instalados comenzaron a conformar cadenas y redes migratorias y las entradas continuaron, creciendo especialmente entre los años 2008 y 2012 con la crisis económica mundial. Sin embargo, las condiciones de vida se fueron modificando. En este sentido, caben destacar dos procesos diferentes entre los migrantes senegaleses en la Argentina, al igual que se ha observado para el caso europeo.
Las primeras llegadas correspondieron mayoritariamente a migrantes provenientes del sur del país, de la región de la Casamance, afectada durante los años ’80 por un conflicto bélico de cariz independentista, que todavía pervive hoy en día, aunque ya con una intensidad muy baja. En esta región la mayoría étnica es yula y está adscrita a la cofradía Tiyani (tema que explicaré en un momento).
Estos primeros migrantes se insertaron en el sector formal de la economía,
incorporándose como mecánicos y electricistas, así como en el sector gastronómico. Tras conseguir una cierta estabilidad, han traído a sus esposas e hijos, produciéndose lo que en sociología de las migraciones se denomina una reagrupación familiar.
A diferencia de ellos, el sector mayoritario de migrantes senegaleses en la Argentina procede actualmente de la capital, Dakar, o bien de las zonas cercanas de Dyourbel, Touba y Thies. Mayoritariamente pertenecen a la etnia wolof y a la cofradía Murid. Y ahora sí, explicitaré la cuestión de las cofradías o hermandades…
Senegal es considerado formalmente un país laico. No obstante, casi el 95% de su población profesa el islam sufí. Se trata de un islam místico que toma elementos de las religiones tradicionales del país y que se estructura en cofradías. Éstas son dirigidas por un maestro o Cheick, que guía a sus discípulos y les aconseja en diferentes aspectos de su vida.
Gran parte de los pequeños senegaleses, sobre todo de zonas rurales, son enviados a vivir en escuelas coránicas a cargo de un marabout, o maestro, que les enseña a recitar el Corán y los poemas y escrituras del fundador del muridismo, el Cheick Amadou Bamba.

De esta forma, muchos jóvenes que llegan a la Argentina son acogidos por miembros de esta cofradía. Aún si se trata de personas que jamás se habían visto nunca antes en su vida, el hecho de pertenecer a una misma hermandad genera la suficiente solidaridad, como para que les techo y comida durante un primer período. Además, al no haber asistido a la escuela formal, muchos de ellos no hablan francés y aún menos español.
Gran parte de esta población se inserta en el mercado informal de la economía, en la venta ambulante de bisutería, carteras, gafas de sol y ropa deportiva, ya que no cuentan con un gran capital para invertir en otro tipo de empresa, ni tampoco dominan el idioma ni poseen documentos que les permitan trabajar en otro sector.
La cuestión de la documentación es un gran problema para los senegaleses que llegan en la actualidad a la Argentina. Como señalé anteriormente, cuando se cerró la Embajada Argentina en Dakar, la visa pasó a tener que ser solicitada en Nigeria, lo cual implicaba un viaje peligroso y costoso. Por eso, muchos comenzaron a pedirla en Brasil, donde era más sencillo el procedimiento y hacia donde hay vuelos directos (no ocurre esto con Argentina). De este modo, la mayoría de los senegaleses toman un vuelo desde Dakar hasta diferentes ciudades de Brasil y desde allí realizan la ruta en microbús hasta Argentina, pasando muchas veces por Bolivia o Paraguay y entrando en el país por pasos fronterizos no habilitados legalmente, ya que no cuentan con visas para hacerlo.
El pasaje es realmente costoso, razón por la cual quienes llegan pertenecen a las llamadas clases medias, donde muchas veces familias enteras se endeudan para poder costear su pasaje, esperando luego ser recompensados con las remesas del emigrado. Una vez en la Argentina, suelen vivir en pensiones, compartiendo habitación con varios compatriotas y vendiendo sus productos de lunes a domingo en las calles o ferias del país. Obtener la residencia legal les resulta casi imposible, ya que no hay tratados firmados entre los dos países y han cometido una falta administrativa en el momento de su ingreso, la cual no es fácil de subsanar. Además, la legislación migratoria argentina no contempla entre sus puntos la regularización para estos trabajadores independientes o de la economía popular.
Es por eso por lo que muchos de ellos solicitan el refugio, aún cuando no hay motivos para concedérselo, pero esto les permite contar con una residencia precaria, hasta tanto la solicitud sea tramitada.
En el 2013 se produjo un plan especial para su regularización, que en tan sólo seis meses logró otorgarle residencias temporales a casi 1500 senegaleses. En la actualidad, se están llevando adelante conversaciones con la Dirección Nacional de Migraciones para analizar la implementación de un nuevo programa que permita mejorar su situación documental y por lo tanto, sus condiciones de vida.