Racismo sistémico, xenofobia y afrodescendencia en la República dominicana. Particularidades de la provincia de La Romana (I)

Racismo sistémico, xenofobia y afrodescendencia en la República dominicana. Particularidades de la provincia de La Romana (I)

Escrito por Joan López Alterachs, antropólogo africanista

La cuestión racial en República Dominicana abarca dos vertientes bien diferenciadas, una que asocia de manera preponderante color de piel y clase, y otra que asocia afrodescendència con haitiano-descendencia, generando una profunda xenofobia hacia el país vecino. La mixtura entre los prejuicios raciales de origen colonial y las últimas oleadas migratorias en el país hace de la República Dominicana un caldo de cultivo cromático, algo concebido como indigno para una sociedad moderna, postulada como polo de atracción turístico a nivel mundial. Nos encontramos ante una sociedad que, a pesar de ser de abrumadora mayoría afrodescendiente, no duda en clasificar negativamente, y de forma tanto sistemática como estructural, a aquellas personas con fenotipos más afro. Es una sociedad donde todavía hoy en día, el color de la piel puede ser decisivo a la hora de proporcionar acceso a cualquier ventaja social, así como perpetuar la subalternidad de las personas que no gozan de fenotipos más eurodescendientes.


Introducción


Racismo sistémico, xenofobia y afrodescendència en la República Dominicana: Particularidades de la provincia de La Romana
, es una investigación que responde a ciertas particularidades de mi bagaje vital. Mi trayectoria personal y profesional guardan una estrecha relación tanto con el continente africano como con la región del Caribe, donde he vivido de manera intermitente en las últimas tres décadas. A lo largo de este considerable espacio de tiempo, he establecido fuertes vínculos relacionales en múltiples estratos de la sociedad dominicana, y debido a las peculiaridades históricas de la isla Ayiti-Kiskeya (1) , también de la haitiana, que me han permitido vislumbrar comportamientos xenófobos y racistas, no sólo respecto a la inmigración haitiana, sino también entre la propia población autóctona. Esta inmersión cultural, que a priori fue involuntaria, se ha ido traduciendo paulatinamente en un punto de inflexión vital trascendental, suscitándome una clara motivación por el conocimiento de las sociedades africanas, tanto en su origen en el continente africano como su diáspora.

La cuestión racial es una paradoja de la vida dominicana que penetra en todas las capas de esta sociedad. Podemos ejemplificarlo con algunos datos estadísticos que nos deben llevar a la reflexión. Si bien es cierto que el censo dominicano, afirma que los afrodescendientes son poco más del 4% del total de habitantes del país, y que la población, de manera preponderante se autodenomina «india» (2) en referencia a su color de piel, con el fin de alejarse de la africanidad, ni la observación participante, ni las narrativas de vida contadas por los propios informantes, pueden corroborar estos datos. Cabe decir que, en las cédulas de identidad dominicanas, hasta la última década, ha existido una casilla para identificar el color de la piel o etnicidad (a gusto del consumidor), de su portador, donde la nomenclatura era B (blanco), N (negro) y I (indio), implicando que todo aquel que no se sentía negro se adscribiese a la nomenclatura de indio, mucho más neutra en su imaginario. Un artículo del año 2011 del Listín Diario, de quien no se dice la autoría, nos acerca a esta peculiaridad dominicana «Aquí nos hemos inventadas un color, el «indio», que no suele aparecer en el polícromo universal. Tal es su categoría o relevancia que se ha considerado necesario insertarlo como un indicador de color de piel en la cédula de identidad y electoral desde tiempos inmemoriales (…) Tal vez el «indio» fue un color que nos inventamos para no creernos negros, un ancestral reflejo de discriminación con el que muchos parecían sentirse tranquilos y, por lo demás, amparados en el consuelo de aceptar que el «negro» solo lo llevan invisible detrás de la oreja” (Listín diario: “De ‘indio’ a ’mulato’, 2011).

Este alejamiento de la ascendencia africana está influido por una educación institucional que empuja desde la infancia a interiorizar un discurso de indigenismo, en oposición a una africanidad que los acercaría a la sociedad haitiana, la cual sí se reconoce abiertamente afrodescendiente. Hay que tener en cuenta que el término mulato (3) lleva implícita la ascendencia africana, por lo tanto, raramente es empleado, y autodenominarse blanco está básicamente restringido a aquellas personas con fenotipos más claros, muy minoritarias en República Dominicana. La combinación entre el anhelo de ser «diferentes» a los haitianos, junto con los prejuicios raciales de raíz colonial, constatan la complejidad del objeto de estudio.

La relevancia de esta distorsión numérica radica en una concepción heredada del colonialismo, el concepto de blanquear la raza (4) , generando confusión y conflicto social. Hay que remarcar que, tanto en tiempos pretéritos como en la actualidad, el tono de la piel y el tipo de cabello podían resultar decisivos a la hora de lograr un derecho tan fundamental como el de tener acceso a un trabajo digno.

¿Pero, por qué seguimos inmersos en esta situación anacrónica? Y, sobre todo, ¿por qué se ha perpetuado el racismo sistémico o estructural dentro de una sociedad que debería reconocerse como mayoritariamente afrodescendiente? ¿Cómo es posible que, aún hoy en día, sea provechoso tener (o aparentar) un fenotipo occidental (u occidentalizado) para disfrutar de una mejor calidad de vida?.

El racismo entre los propios afrodescendientes en la República Dominicana es un racismo que aumenta de manera exponencial si la persona racializada es de origen haitiano. El racismo sistémico hacia todo aquello que no se parezca a los estereotipos occidentales, en un país con una abrumadora mayoría de población con ascendencia africana, nos obliga a elaborar una epistemología que nos aclare esta aparente contradicción, que abordaremos en nuestra próxima entrega.

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1 Denominación indígena de la isla que comprende las naciones de Haití y República Dominicana, que los españoles, durante la conquista, rebautizaron con el nombre de La Española.

2 En el formulario para levantar el último padrón electoral (2010), aparecía un espacio destinado a registrar la raza y / o el color. Los ciudadanos, en el momento de realizar su registro, se declararon, o aceptaron ser clasificados por las personas que llenaban los formularios, de la siguiente manera: población «india» 82,05%, negra 4,13%, blanca 7,55% y amarilla 0,8% (Moya, 2010).

3 Hijo de una persona blanca y de otra negra (https://www.enciclopedia.cat/ 05/31/2021).

4 El blanqueamiento de la piel es una práctica social, política y económica utilizada en muchos países postcoloniales: «mejorar la raza» hacia un supuesto ideal de blancura (Https://www.losmulatos.com/2018/06/mejorar-la-raza-traves-del.html 02/28/2021).