Arte y neocolonialismo. Un repaso a los museos históricos de la República del Congo

Arte y neocolonialismo. Un repaso a los museos históricos de la República del Congo

Escrito por Joan López Alterachs. Antropología y Evolución Humana

Estimad@s lector@s,

Quisiera haceros partícipes de una experiencia etnográfica que refleja la alargada sombra del colonialismo europeo en África, donde en la actualidad aún se siguen produciendo situaciones de índole neocolonial, influyendo sobre la cultura local de manera sutil, jerarquizando y priorizando los discursos más favorables a los poderes transnacionales.

La temática aquí analizada deriva de una investigación que se llevó a cabo a finales de 2019 en Brazzaville, República del Congo, donde el eje principal de la misma fue un experimento de “descolonización” mental a través de una autoetnografía, realizada por un grupo de cuatro antropólog@s graduad@s apenas medio año antes del viaje. El trabajo de campo realizado permitió comprobar, en primera persona, cómo la formación académica específica no es suficiente para romper con muchos de los esquemas mentales estereotipados acerca del “otro” cultural, en este caso, un país del
África Central. Una de las actividades enmarcadas dentro de la investigación, fue la visita a los museos más relevantes de Brazzaville, de la mano del Departamento de Antropología de la Université Marien Ngouabi, única Universidad pública con la que cuenta el país. Los museos visitados fueron el Musée Mémorial Pierre Savorgnan de Brazza y el Musée National du Congo.

A través de esta investigación, pretendo desentrañar los aspectos diferenciales entre las dos instituciones, así como el tratamiento que reciben tanto las obras de arte, como las representaciones culturales presentadas en cada una de ellas. Al mismo tiempo, comprobaremos cómo la educación, en cuanto a la historia del Congo se refiere, se vertebra mediante un discurso completamente institucionalizado y politizado, el cual difiere enormemente de los acontecimientos históricos narrados por los especialistas en la materia.

Los Museos

Fuera de los ejes de comunicación más concurridos de Brazzaville y próximo al marché du Plateau, se encuentra el Museo Nacional del Congo. Está ubicado en un callejón sin asfaltar, en la parte posterior de la Avenida du Général De Gaulle, a pocos metros de la esquina con el Boulevard Denis Sassou N’Guesso. A pesar de encontrarse próximo a la intersección de dos vías principales de la capital, en una zona fácilmente accesible, el Museo Nacional del Congo está completamente invisibilizado, alojado en un edificio en ruinas que data de la época colonial. Está lleno a rebosar de varias categorías diferentes de objetos, todos ellos clasificados y conservados en un estado lamentable dentro de una habitación oscura. Creado en agosto de 1965, el Museo Nacional se encontraba anteriormente en el Camp de Marié, en un edificio amplio y rodeado de jardines. Fue en 1977, tras morir asesinado el presidente Marien Ngouabi, cuando las autoridades congoleñas decidieron transformar el Museo Nacional en el
Mausoleo de Marien Ngouabi, y trasladarlo a la vieja casa colonial que ocupa en la actualidad, a la espera de su ubicación definitiva, todavía pendiente. He aquí un buen ejemplo de las prioridades gubernamentales y de su respeto por la cultura de su país.

El acceso al museo es un viacrucis de impedimentos burocráticos y escalas
jerárquicas interminables. Una simple búsqueda del Museo Nacional del Congo a través de las redes nos lleva erróneamente, o tal vez premeditadamente, a la información e imágenes correspondientes al Museo Pierre Savorgnan de Brazza. El Memorial Pierre Savorgnan de Brazza es una gran obra arquitectónica moderna. Se distingue como un monumento encantador situado en pleno centro de la capital. Fue inaugurado el 3 de octubre de 2006 por el presidente de la República, Denis Sassou N’Guesso. Se trata de un imponente edificio que exalta el recuerdo de una etapa esencial en la historia moderna del Congo Brazzaville y África Central. Cuenta con una sala de exhibición, discusión e intercambio, un fresco de 15 metros, obras y artículos artísticos de la escuela de pintura Poto-Poto; una exposición permanente sobre la vida y obra de Savorgnan de Brazza; y también un espacio para debates, charlas y exposiciones temporales de pintura y cerámica. En el fresco sótano del mausoleo se encuentran las criptas de la familia Brazza, donde reposan los restos mortales del propio explorador, su mujer y sus hijos.

El Memorial forma parte de un proyecto apoyado activamente tanto por las
autoridades francesas como por las congoleñas. Este apoyo institucional se refleja de manera evidente en la promoción del museo, pues es el único de la capital sobre el cual se puede recabar información a través de las guías turísticas, así como por medio de las TIC.

La Paradoja

El Museo Memorial Pierre Savorgnan de Brazza, proporciona una historia
institucional de la colonización del Congo, obviando los episodios más comprometidos con la “ex” metrópoli, así como descontextualizando de manera flagrante el tratado de adquisición del territorio entre el explorador y el Rey Iloo I, conocido erróneamente con el nombre de Rey “Makoko”, palabra que simplemente significa “Rey” en lengua teke.
En esta institución, sorprendentemente, se promueve un discurso comparativamente negativo acerca de la etapa anterior a la colonización francesa y casi de agradecimiento a la dominación imperialista, contando únicamente con unas minúsculas referencias al arte y cultura locales previos a la expansión colonial.

En el trasfondo es un museo de veneración al menos violento de los
conquistadores coloniales, pues su confrontación con las atrocidades cometidas en la orilla sur del rio Congo (ex Congo belga) por Henry Morton Stanley hacen de Brazza un explorador “ejemplar”, más aún después de haber repelido un ataque del propio Stanley y de denunciar algunos abusos de la experiencia colonial francesa.

La paradoja culmina en un museo, prácticamente vacío de objetos relevantes, que acoge los restos mortales del colonizador que más expolió el arte tradicional congoleño, con centenares de piezas que él mismo donó a los museos de Francia. En todo el continente los nombres que olían al dominio colonial han ido siendo descartados rápidamente después de la independencia, pero Brazzaville es la excepción. No sólo ha mantenido su viejo nombre, sino que, al menos de manera oficial, se enorgullece de tener enterrado al artífice del sometimiento del pueblo congolés. Desde esta institución nos cuentan que el actual nombre de la capital fue ratificado en referéndum hace un par de décadas, ya que salió vencedora la opción de mantener el nombre de Brazzaville; un detalle que justificaría el nombre actual de la ciudad, de no ser por que su narración no encaja con la de una población que no recuerda haber votado en tal referéndum. El propio conservador del Museo Nacional del Congo nos corrobora la farsa de ese supuesto referéndum ya que, según él, de haberse celebrado, la mayoría de los ciudadanos hubiera optado por el nombre original del asentamiento Nkuna, previo a la llegada de Brazza.

En referencia al Museo Nacional, el abandono parece obra de una acción
premeditada en la que poco interesa la preservación de la cultura tradicional congoleña.
Mientras en su interior se degrada el arte nacional, de incalculable valor artístico y cultural, a pasos agigantados, la apología de una colonización aparentemente benevolente se abre paso en el Memorial.

La interminable espera de un nuevo local que pueda acoger las nuevas
instalaciones del museo de manera digna desde 1977, prometido por el Gobierno año tras año, relata con claridad el poco interés de éste por hacer pedagogía de todo aquello que no le reporte un rédito político o económico. Ciertamente, resulta mucho más atractivo para las élites del país realizar recepciones en el Memorial, pues la historia que narra no incomoda a Occidente. Tampoco los poderes neoliberales que imperan en el mundo, con innumerables empresas transnacionales en el Congo, tienen que apelar a su dudoso cargo de conciencia por la destrucción de todo aquello que no les proporciona acumulación de riqueza.

El pueblo congoleño está condenado a vivir de espaldas a su cultura y tradiciones, algo que, lamentablemente, no da la impresión de que vaya a cambiar en un futuro próximo.