El Congo: fuente de vida y de artistas panorámicos como Jupiter & Okwess

El Congo: fuente de vida y de artistas panorámicos como Jupiter & Okwess

Escrito por Bruno Garca, profesional de la industria de la música, director de Freelastica.

El agua de África riega el mundo. Su sol nos lleva calentando desde nuestros orígenes. ¿Y su música? ¿Su ritmo? Estos no paran de marcarnos las pautas y el camino a seguir.

Como ya sabremos, la República Democrática del Congo es un vasto país escandalosamente rico en términos geológicos y culturales y que posee una inagotable reserva natural de ritmos y sonidos. Un sinfín de estilos de música tradicional de una capital, Kinshasa, en donde todas las etnias del
Congo están representadas (no menos de 450). Un tesoro oculto al cual las estrellas del pop congoleño no le estaban prestando mucha atención, dedicados en cambio a los ritmos dominantes de la rumba congolesa.

Enmendar esto ha sido el mayor deseo del singular y destartalado Jupiter Bokondji, abanderado del proyecto, volver y establecerse definitivamente donde todo comenzó. Su abuela era curandera y lo solía llevar de pequeño en la espalda durante las ceremonias. De ella heredó un tambor, el cual comenzaría a tocar asiduamente en funerales y reuniones. En plena adolescencia, a los 17 años, ese baño de vapor saturado y de sonidos intrincados lo cautivó de manera absoluta. Pero en esos otros ritmos recónditos, llevados a la ciudad desde pueblos distantes, Jupiter encontró una extraña afinidad con estilos musicales occidentales que había descubierto durante su estancia en Alemania, pero todavía en un estado crudo, como si el rock, el soul o el funk tuvieran todos una raíz en común, una fuente común: el Congo.

Viajamos hasta los últimos coletazos de los años setenta. Él acababa de regresar de una larga estancia en Berlín Este, donde su padre ejercía de diplomático. Se sabe que allí cruzaba el famoso e infausto muro cada mañana y tarde para ir a clases en el Berlín Oeste. La música fue su refugio. Amaba escuchar desde ‘el Padrino del Soul’ James Brown a los Jackson Five. O incluso, cuando su padre subía el volumen, los éxitos de Claude François.

Lo ecléctico nunca le asustó. Fue en el lado oriental de la Cortina de Hierro donde formó su primera banda: Neger (los Negros). Neger fue una de las primeras palabras alemanas que aprendió, gracias a las personas que le apuntaban cuando pasaba por la calle. Reclutó sus propios “negros” de entre los hijos de otros diplomáticos –belgas, camboyanos, gaboneses, españoles. Tocaban por diversión, con instrumentos hechos por ellos mismos. Una cosa que ya sabían: el mundo nos pertenece a todos. Luego armó sus primeras bandas de música y, lento pero seguro, forjó su propia identidad. Una bien fuerte que incluso los cineastas Florent de la Tullaye y Renaud Barret plasmaron en un documental de casi dos horas de duración de nombre “Jupiter’s Dance” (2006).

Muestra de este regreso a las raíces es todo lo que encierra su último lanzamiento discográfico: “Na Kozonga” (traducido a nuestro idioma viene a ser algo así como ‘me vuelvo a casa’). Desde el lanzamiento de sus anteriores “Hotel Univers” y “Kin Sonic”, el “General Rebelde” y su banda han viajado por todo el mundo. Aseguran que destilan el sonido africano más rockero que jamás haya surgido del corazón del Congo. Pero volver al germen de su desarrollo tampoco significa dar un cerrojazo a la inmensa diversidad que ha acompañado siempre el camino de la banda. En especial, y como no, a Jupiter. De esa creencia vendrá la canción “The World is My Land”, perteneciente a su primer álbum de estudio “Hotel Univers” (2013).

La internacionalidad tampoco les asusta. Se alía así con gente como la chilena Ana Tijoux para hilar el espíritu africano con la animosidad y la reclama latina en “You Sold Me A Dream”. Los aires brasileiros junto a Marcelo D2 en “Telejayi”, o con la formación de Nueva Orleans Preservation Hall Jazz Band, fundada a principios de los 60 en el barrio francés de aquella misma ciudad de Luisiana por Allan Jaffe.

A juzgar por la impresionante acogida que tuvieron los conciertos acaecidos desde México a Brasil, pasando por Colombia, Jupiter y sus “hermanos de sangre” fueron prácticamente adoptado por Latinoamérica. Fue en Los Ángeles, la ciudad más ‘latina’ de Estados Unidos –con permiso de Miami- y en los estudios del mítico y galardonado Mario Caldato Jr (Beck, The Cultu, Beastie Boys, Seu Jorge, Björk, Blur, John Lee Hooker, Manu Chao), donde el último disco “NaKozonga” fue grabado. En el anterior “Kin Sonic” la portada fue obra de Robert del Naja, aka 3D de Massive Attack, ese mismo al que muchos achacan ser el escurridizo artista callejero Banksy. En aquel lanzamiento participó también Warren Ellis, violinista de Nick Cave. Los frutos de la madre África esparcidos brillantemente por todo el planeta. Y el planeta conectando gracias a ella.