La oralidad en las culturas africanas (II). La carta de Manden. Los cuentos iniciáticos de Peul

La oralidad en las culturas africanas (II). La carta de Manden. Los cuentos iniciáticos de Peul

Escrito por Manuel Galán González-Pardo, economista especialista en educación para la ciudadanía global. Graduado en el Máster en Cultura y
Pensamiento de los Pueblos Negros
.

Los cuentos africanos tienen gran similitud con las adivinanzas, de las que se diferencian por su mayor extensión. Es posible que ciertos cuentos se hayan construido a partir de adivinanzas (E. Montes, 2020: 197). Además, si bien los griots suelen contar cuentos, también puede hacerlo cualquier otra persona, con tal de que disponga de un buen acerbo de historias y exhiba una cierta habilidad comunicativa, gracias a haber escuchado antes a un buen número de narradores. Sólo tendrá entonces que respetar ciertas reglas, como la de no introducir mucho de su cosecha, ya que la gente quiere que le cuenten una vez más un relato ya conocido por ella. Pero si bien cualquier miembro de la comunidad puede narrar un cuento, cuando lo hacen los griot la calidad del relato resulta muy superior, en razón sobre todo de su fabulosa elocuencia.

Amadou Hampaté Ba. Fuente: Wikipedia.org

El esfuerzo por lograr una reproducción fidedigna de las historias recibidas, queda plasmado claramente al inicio de la obra Njeddo Dewal: Madre de la calamidad, recogida por Amadou Hampaté Ba (2004), el célebre etnógrafo maliense:

Este relato, venido de los tiempos más remotos, a mi vez, voy a devanar para vosotros. ¡Eh, escuchadme! Os voy a contar lo que contaron Buytoring y Helleré. En vez de hacerlo en mergi de ritmo cadencioso, lo haré en fulfuldemaw´nde, la gran habla peul.

Perdonadme si me equivoco,

Si detalles me olvido o me salto

O si se me distrae la lengua,

¡A todo devanador,

se le embrolla algún día el hilo!

Cuando se le enredan los hilos,

Los corta y los ata de nuevo

Perdonadme si se me ablanda o cansa la lengua.

Amadou Hampaté Ba dedicó su vida a la recopilación de la narrativa oral saheliana. Dentro de la misma destacan los cuentos iniciáticos peuls. Fruto de su trabajo infatigable fueron obras como Kaidara, Njeddo Dewal y L´eclat de la grande etoile. A lo largo de estos tres libros las historias orales peul nos revelan una llamativa afinidad con otras provenientes de lugares diferentes, lo que las dota de una patente universalidad. Es éste el caso de Kaidara, cuya tercera parte nos recuerda a Pulgarcito, o de Njeddo Dewal, en donde la referencia al sempiterno enfrentamiento entre el bien y
mal nos hace evocar nuestra herencia judeo-cristiana.

Un cuento debe deleitar siempre el oído de quien lo escucha y, en ciertos momentos, tiene que llegar a desfruncir el ceño a los más austeros. Un cuento sin risas es como un alimento sin sal (Ba, 2004:10). Pero no es tampoco un mero divertimento.

Proteger y promover las enseñanzas tradicionales y los valores fundamentales son los dos grandes objetivos de la educación tradicional africana. De este modo, la educación es un proceso colectivo. Se basa en la reflexión y en la curiosidad, que preparan al niño para afrontar sus derechos y deberes sociales. Este rito de iniciación es clave en la transición hacia la edad adulta y no todos los candidatos lo superan. Así en la trilogía de Ba sólo el joven Bagumawel, el niño prodigioso, es capaz de superar todas las pruebas y salir finalmente vencedor.

Los animales y la naturaleza son elementos fundamentales en las tradiciones africanas, en conexión con el ser humano. Su simbolismo resulta clave para la comprensión del relato y el rito iniciático. También se nos presenta la oposición entre el bien y el mal a través del comportamiento de los seres humanos y la victoria final del bien. Es lo que ocurre en esta epopeya, en donde el mal busca acabar con nuestro héroe Bagumawel, quien conseguirá salir triunfante de esta lucha:

Óyeme hiena del baobab

Oídme buitres del baobab

Sois vosotros los que consumíais

Todos los cadáveres de mis víctimas

Hermanas o animales

Bagumawel me ha hecho degollar a mis hijas.

Ha reducido al silencio

A Demba Nyassoru, mi guardián vigilante

Recurro a vosotros, os pido socorro

¡Ayudadme con Bagumawel,

¡Con sus tíos y todos los habitantes de su país!

Decidme qué debo hacer

Para que Demba-Nyassoru

Recobre sus facultades de antaño.

Ba nos explica también que los buenos narradores tradicionales tienen la costumbre de intercalar en sus relatos diversas moralejas con fines didácticos. En relación con la preparación previa y la maestría de la que ha de hacerse gala, en Njeddo Dewal: Madre de la calamidad se nos indica que:

¡Va de cuento, va de cuento, pues un cuento os voy a contar!

Dejad que me tumbe boca arriba y haga pantal,

Me zambulla en la palabra y nade a grandes brazadas.

Nadaré en ella y los pies al batir el agua harán puntu-panta.

¡Lo que voy a decir es más maravilloso que un sueño!

Pero ¡ojo! Porque no son monsergas.

¡Es la lengua la que hace estallar la palabra!

No es el embuste mi lengua lo que activa, pues tañe más claramente que la campana del rey.

Y muestra el camino mejor que un guía avezado.

Mis palabras interesarán a todos los dotados de inteligencia,

A todos los que meditan y reflexionan.

Este cuento es un cuento varonil.

Al escucharlo, a veces, a algunos les sube la fiebre……

Referencias

Ba, Amadou Hampaté (2004): Njeddo Dewal, madre de la calamidad. Madrid: Ediciones Zanzibar.
Montes Nogales, Vicente E. (2020): Literaturas orales africanas: De África occidental a España. Zaragoza: Libros Pórtico.