Los sonidos del Imperio de Mali (I). La leyenda de Sundiata Keita

Los sonidos del Imperio de Mali (I). La leyenda de Sundiata Keita

Escrito por Judit Torrent Navarro. Enfermera y Técnica de Cooperación. Alumna del Curso Cultura y pensamiento de los pueblos negros

Sundjata Keyta es el hombre con nombres múltiples. Se le llama: Maghan
Sundjata (o rey Sundjata) en lengua soninke; Marijata (o señor Jata-león), en malinke; Nare Maghan Konate (o rey de los konates, hijo de Nare Maghan); Simbon Salaba (o maestro cazador de cabeza venerable) … Esta pluralidad de nombres tiene un alto valor simbólico porque demuestra cómo distintos colectivos – linajes, etnias, clanes y cofradías– de especial relevancia llegaron a reconocer el poder de Sundjata Keita.

D.T. Niane (1)

El Sahel ha sido la sede de tres grandes Imperios históricos: el de Ghana, el de Mali y el Songhay, junto a muchos Reinos menores. Las gentes del Manding, la tierra de los mandé, dicen que es en Ghana en donde empieza su historia. Fue fundada por los sonninke, quienes establecieron relaciones comerciales con los árabes, a quienes vendían su oro.

Gracias a este comercio se hicieron con caballos, lo que, junto a su destreza para trabajar el metal, les permitió imponerse sobre sus vecinos.
Pero fue Malí (1240- 1670 d.C. aprox.) el gran Imperio de los mandé. Fundado en nuestra Edad Media, ocupaba gran parte de África Occidental. Fue más extenso y duradero que cualquier otro Estado del Oeste africano, anterior o posterior. Surgió a partir de un sistema de alianzas entre clases, entre los que se acabó imponiendo, desde el siglo XIII, el clan de los Keita, con el propiamente nació el Imperio.

En su momento de máxima expansión territorial, sus reyes llegaron a regir gran parte de lo que hoy en día son Burkina Faso, Costa de Marfil, Gambia, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Mauritania, Senegal y Sierra Leona. Su prosperidad reposaba en gran medida sobre el comercio transahariano de oro, sal, cueros, telas, marfil y esclavos. Las caravanas favorecían el intercambio cultural por todo el territorio mandé y, gracias a ello, el islam se difundió progresivamente por toda la región.

Pero el nombre de Malí se halla asociado ante todo al de su legendario fundador, Sundiata Keita y a su epopeya. Hay varias versiones sobre sus orígenes. Incluso se dice que su verdadera historia no ha sido aún publicada y es mantenida en secreto por los griot. Con todo, la versión oficial fue editada en 1960 por Djibril Tamsir Niane, un prestigioso historiador, dramaturgo y escritor de cuentos nacido en Conakry. Actualmente forma parte del Comité Científico Internacional de la Unesco para la Redacción de la Historia General de África. La historia de Sundiata puede resumirse así:

Naré Fe Maghan gobernaba un pequeño reino en las orillas del río Sankarani, afluente del Níger. Pertenecía al clan de los Keita, reyes representados con los atributos de los cazadores. Estaba casado y tenía hijos, uno de ellos ya su heredero.

Un día, un donso, miembro de la cofradía de los cazadores, y también profeta se acercó al Rey y le leyó el futuro con los cauris. Profetizó que se casaría con una mujer poco agraciada físicamente, pero que le daría un hijo que un día sería también Rey. Esa mujer seria Sokolo Kourouma, o la mujer búfalo Kourouma, así apodada por la gran joroba que tenía en la espalda.

Su abuela era una bruja que podía convertirse en búfalo. Había matado y herido a muchos cazadores. Pero ya estaba cansada y vieja. Por eso, entregó su vida a dos donso que se cruzaron con ella, pero con una condición: uno de ellos debía tener un hijo con Sokolo, un hijo que algún día sería Rey. Los cazadores intentaron cumplir su promesa, pero Sokolo se negaba a aceptarlos y los ahuyentaba convirtiéndose en búfalo o en puercoespín.

Los donso decidieron entonces entregarla al Rey, quien la desposó. Como pasó con los cazadores, al monarca también le resultaba imposible cumplir con su deber conyugal, pero finalmente, aconsejado por su griot, Balla Fasséké, de la dinastía de los Kouyaté, consiguió embarazarla. Después de 18 meses de embarazo, el feto avisó a su madre de que iba a nacer y así nació Sundiata, con la cabeza grande y con todos los dientes.

El gran cazador- profeta apareció de nuevo y felicitó a Naré Fe Maghan por su hijo, futuro Rey de los mandé, profecía que suscitó los celos de su madrastra y sus hermanastros.
Sundiata fue creciendo, pero no podía andar. Su padre falleció y su hermano mayor fue declarado Rey, mientras el joven impedido y su madre sufrían el desprecio de su madrastra, siempre recelosa por la profecía sobre su futuro reinado.

Cansado de esta situación encargó a los herreros, a través de su griot, un fuerte bastón de hierro con el que poder sostenerse y así poder andar. El bastón se rompió, pero apareció nuevamente el profeta, quien pidió a la madre de Sundiata que fuera a buscar una rama del árbol “sun-sun”. Sundiata se alzó entonces apoyándose en ella y así pudo finalmente caminar.

Se convirtió en un joven fuerte y querido, al que su madre instruyó en todos los secretos del bosque, el poder de las plantas, sus venenos y sus remedios, el lenguaje de los animales salvajes y el de los pájaros.
Sundiata se sentía muy unido a su griot, que había servido a su familia por generaciones. Su madrastra se lo entregó a Soumaoro Kanté, Rey de los sosso, uno de los pequeños reinos nacidos de la disgregación del antiguo Imperio de Ghana. Ante esta injusticia, Sundiata profirió amenazas de muerte contra el Rey. Tras esto, tuvo que exiliarse junto con su madre.

El Rey de los sosso era poderoso, pero poco querido. Era un terrible hechicero que gobernaba con la ayuda de sus fetiches y su magia, que derrotó al hermano de Sundiata.
Fue así como Sundiata fue reclamado por su pueblo. Reunió a varios clanes mandé y conformó un ejército de diez mil jinetes y cien mil infantes, dirigidos por él y sus dos grandes generales, Tiramakan Traoré et Fakoli Kuruma.

Después de varios combates, Soumaoro Kanté fue finalmente derrotado en la batalla de Kirina, en donde, herido, desapareció en las montañas Nianan Koulou, de Koulikoro.
Allí se encuentra una placa que dice: “Nianan koulou, aquí desapareció Soumangourou Kante en 1235”.

Sundiata conquistó todos los reinos de la región y los unió para crear el Imperio de Mali. En la epopeya de Sundiata podemos apreciar cómo la figura del Rey y su ascendencia están rodeadas de magia y animismo. Es un Rey ligado directamente a los poderes de la naturaleza, ya que él mismo es un Rey Guerrero, un cazador, un donso.

Mandé Kalinkán. La Carta del Manding

Mande Kalinkan: “Juramento de Mande”, de Kali, juramento, Kan, palabra.

Tras su victoria, Sundiata fue proclamado Mansa, “Rey de Reyes”, en el 1240. Es entonces cuando se promulgó la Carta del Manding, considerada como uno de los documentos constitucionales más antiguos del mundo y a la que algunos han llegado a comparar con la Carta Magna inglesa. Este documento consagra, entre otros aspectos, el respeto a la vida, derecho a la justicia y a la igualdad de trato, derecho a la educación, la libertad de expresión y la protección del medio ambiente. Fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2009.

Durante largos siglos fue preservada en la tradición oral del pueblo mandé, hasta que en 1998 el texto fue fijado por tradicionalistas y griots reunidos en la ciudad guineana de Kankan. Se escribió entonces en forma de poema, con un preámbulo y siete capítulos con 44 preceptos que hacen referencia a la organización social (1-30), a los derechos de la propiedad (31-36), a la protección del medio ambiente (36-39) y a las responsabilidades.

Algunos autores han criticado, a posteriori, la validez de la tradición oral como fuente histórica y la literalidad de algunos artículos de la Carta del Manding, que puede haber sufrido alteraciones a lo largo de los siglos. Pero la mayoría coinciden en que los 7 capítulos y los 44 preceptos son básicamente auténticos.

Para mantener viva esta tradición, todos los años tienen lugar ceremonias conmemorativas de la histórica asamblea en la aldea de Kangaba, cerca del bosque de Kurukan Fuga, emplazado actualmente en el territorio del Malí, cerca de su frontera con Guinea. La celebración de estas ceremonias cuenta con el apoyo de las autoridades locales y nacionales del Malí, para quienes este documento no sólo es una fuente de normas jurídicas, sino también un mensaje de amor, paz y fraternidad que ha perdurado a través de los siglos.


En la Carta se hace directa referencia a los donso. Se dice de ellos que fundaron y protegieron cada ciudad del Imperio de Malí, que velaron y velan para que los principios inscritos en la Carta de Kurukan Fuga sean cumplidos y respetados. Son los guardianes de la ley tradicional. La Carta dice así (2) :

Los cazadores declaran: toda vida humana es una vida.
Es cierto que una vida llega a la existencia antes que
otra,
pero una vida no es más ‘antigua’, más respetable que
otra, igual que una vida no es superior a otra.

Los cazadores declaran: siendo toda vida una
vida, cualquier daño que se le cause exige
reparación.
En consecuencia, que nadie ataque gratuitamente a su vecino,
que nadie cause daño a su prójimo, que nadie martirice a su semejante.
Los cazadores declaran:
que todos velen por su prójimo,
que todos veneren a sus progenitores,
que todos eduquen a sus hijos como corresponde,
que todos ‘mantengan’, contribuyan a las
necesidades de los miembros de su familia.

Los cazadores declaran: que todos velen por el país de sus
padres, por su país o su patria, ‘faso’,
hay que escuchar también y sobre todo a los hombres;
porque, cualquier país, cualquier tierra que viera
desaparecer de su faz a los hombres
caería pronto en la nostalgia’.
Los cazadores declaran:
el hambre no es una buena
cosa, la esclavitud tampoco lo
es;
son las peores calamidades que pueden
suceder en este bajo mundo.
En tanto conservemos el carcaj y el arco, el hambre no matará a nadie más en el
Manding,
si por azar el hambre volviera a asolarnos;
la guerra no destruirá nunca más
poblados para conseguir en ellos
esclavos;
es decir, nadie colocará a partir de ahora el freno en la boca

de su semejante para llevarlo a la venta;
nadie será tampoco azotado, mucho menos ejecutado,
porque sea hijo de esclavo.
Los cazadores declaran:

el espíritu de la esclavitud se ha apagado desde el día de
hoy, ‘de un muro al otro’, de una frontera a la otra del
Manding
la razzia se ha desterrado desde hoy en Manding
las tormentas nacidas de estos horrores han acabado
desde hoy en el Manding.
¡Qué prueba la del tormento!
Sobre todo, cuando el oprimido no puede recurrir a nadie,
al esclavo no se le tiene consideración, en ninguna parte del mundo.
Las gentes de antes nos dicen: “El hombre como
individuo hecho de huesos y de carne, de médula y de
nervios,
de piel recubierta de pelos y de

cabellos, se nutre de alimentos y de
bebidas;
pero su ‘alma’, su espíritu vive de tres cosas:
ver lo que quiere ver,
decir lo que quiere decir,
hacer lo que quiere
hacer.
Si carece de una sola de estas cosas,
sufrirá y con seguridad se marchitará”.
En consecuencia, los cazadores declaran:
a partir de ahora, todos son dueños de su persona,
a partir de ahora, cada uno es libre de sus actos, cada uno dispone de los
frutos de su
trabajo. Éste es el juramento del Manding, que todo el mundo lo oiga.

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(1) Niane, Djibril Tamsir (2008): Soundjata ou l’épopee mandingue. París: Présence Africaine.

(2) Carta de Manding traducida al francés por Youssouf Tata Cissé, en Soundjata, la gloire du Mali, París, Karthala/Arsan, 1991. Fuente: https://elpais.com/elpais/2012/03/23/africa_no_es_un_pais/1332521468