Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial (III)

Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial (III)

Escrito por Silvia Revueltas Zazo, periodista especializada en temas africanos

Continuando con nuestra explotación de los ricos materiales obtenidos con
ocasión de la mesa redonda Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial, celebrada por la Editorial Sial Pigmalión en la sede de la Fundación Sur el día 22 de enero de 2020, nos toca ahora escuchar el testimonio de Juan María Calvo Roy.
Nacido en Madrid, sociólogo y periodista, desarrolló su carrera profesional en la Agencia EFE, en donde llegó a ser director del Departamento de Internacional entre 2003 y 2005. Su relación con Guinea Ecuatorial se remonta al año 1981, cuando fue nombrado corresponsal de EFE en Malabo, primer destino de su carrera en el exterior, que prosiguió después como delegado de la Agencia en Israel y Bolivia. A finales de los 80 del pasado siglo y durante la década de los 90 cubrió diversos acontecimientos
internacionales y algunos conflictos bélicos, incluida la primera guerra del Golfo, 1990- 1991, informando desde Irak, Jordania, Israel y Turquía.

En su obra Guinea Ecuatorial: la ocasión perdida, José María Calvo Roy analiza detalladamente las relaciones de España con el régimen de Obiang, su generosa pero desordenada cooperación con el país africano y su progresiva pérdida de protagonismo a favor de Francia, conforme se vislumbraba un futuro económico prometedor a raíz del descubrimiento de petróleo.
En efecto, el derrocamiento de Macías y la llegada al poder de Obiang el 3 de agosto de 1979 constituyó una segunda oportunidad para España de establecer unas relaciones con Guinea Ecuatorial beneficiosas para ambas partes.

«No es imaginable que España y su diplomacia vuelvan a enfrentarse a ningún proceso semejante al de la independencia de Guinea Ecuatorial, pero la lección que puede extraerse de este trabajo de Juan María Calvo va más allá de las coyunturas. Una cosa es una diplomacia prudente y otra distinta una diplomacia temerosa, para la que toda ocasión será siempre perdida». José María Ridao

Nuestro autor comienza su historia en agosto de 1979, cuando España se
encuentra inmersa en plena transición democrática, bajo el Gobierno de Adolfo Suárez.
En este mes, en donde la mayoría está de vacaciones o absorta con la transición, Teodoro Obiang Nguema da un golpe de Estado contra Francisco Macías Nguema, primer Presidente de la Guinea postcolonial. Obiang solicita entonces ayuda a España, a través de su interlocutor Carlos Robles Piquer, interlocutor de Obiang, y antiguo Embajador de España en Chad y Libia, quien presiona a Moncloa para obtener una respuesta positiva. Sin embargo, Suárez, tras consultarlo con el veterano político conservador José María de Areiza, se la deniega, alegando carecer de la logística suficiente para enviar barcos y destacamentos militares a tantos miles de kilómetros. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), entonces en la oposición, formula una dura crítica, argumentando que la presencia militar española podría ser tildada de neocolonialista. Destacará a este respecto, la intervención del dirigente socialista Fernando Morán, posteriormente Ministro de Asuntos Exteriores en el primer gabinete de Felipe González.
En cambio, sí llegan al aeropuerto de Malabo 400 soldados marroquíes
trasportados en aviones Hércules. Ésta es para Juan María Calvo Roy la segunda oportunidad española de evitar la catástrofe en Guinea. La primera habría sido el ascenso al poder de Macías, su posterior ruptura con España y su alineamiento con la URSS, Cuba y Corea del Norte. Estos soldados marroquíes, bien organizados y disciplinados, se convierten en los garantes de la seguridad de Obiang, en un momento en el que éste no podía confiar en el Ejército, ni existía todavía una economía que funcionase. Los inversores extranjeros tampoco se decidían a apostar por un país con tanta inseguridad.
En este contexto, España prestó su apoyo económico al nuevo régimen
guineano, si bien el mismo fue a parar en parte a los cooperantes españoles. Fue éste un esfuerzo nunca antes realizado. Pero ya en febrero de 1980, con el arribo de los primeros cooperantes a Malabo, se produce un primer episodio de tensión. El avión se ve rodeado de tanques, no se sabe si porque España no había avisado de su desembarco o porque los dirigentes ecuatoguineanos se sentían todavía inseguros de su posición.
Aun así, en diciembre de 1979, y a pesar de las difíciles condiciones imperantes, los Reyes de España ya habían realizado una visita al país. El mantenimiento de puntos de encuentro, como el buque de Transmediterránea, que hacía las veces de hotel, restaurante y centro comercial, resultó crucial durante este tiempo. Fue también fundamental la labor del Embajador enviado por Suárez, José Luis Graullera.
En abril de 1980 Obiang visita España, estando Enrique Tierno Galván a cargo del Ayuntamiento de Madrid. En un intento de acercar posiciones y de general un clima amistoso, el mandatario ecuatoguineano, declara “somos los benjamines de la comunidad hispánica. Somos un vértice en el triángulo que forman los pueblos hispánicos”. También visita el Parlamento. Los principales líderes de la oposición, Felipe González, Santiago Carrillo y Manuel Fraga, expresan su apoyo al nuevo régimen.
El Embajador José Luis Graullera acuña entonces la expresión “tercera vía”,
como camino intermedio entre el antiguo colonialismo y la enemistad de la época de Macías. Se trataría, así, de establecer una cooperación entre los dos países, que pueda promover el desarrollo de Guinea Ecuatorial como un país simultáneamente amigo e independiente. El Embajador viajaba mucho por el país, visitando numerosas localidades. En Niefang, un anciano le dijo: “Usted no fracasará, porque no le dan asco los negros”.
A mediados de 1980, se planteó la idea de que una serie de cooperantes
españoles se integraran en los ministerios guineanos como asesores ejecutivos cerca de sus responsables. Se marcan así tres fases en la cooperación española: la primera, desde agosto de 1979, fue de cooperación, centrada en la ayuda humanitaria; la segunda, entre enero y octubre de 1980, estuvo dirigida a sentar las bases de un Estado mínimamente eficaz. En ella participaron hasta 400 cooperantes españoles; la tercera, iniciada en octubre del mismo año, tenía como objetivo el logro de una “normalización”, con acuerdos entre empresas, muchas de ellas mixtas. También se firmó entonces el Tratado de Amistad y Cooperación y se creó una Comisión Mixta Hispanoguineana.
Esta etapa de progreso se ve truncada en el verano de 1981, con el estallido de una serie de conflictos. A juicio de Juan María Calvo, Graullera intentó subsanar el error inicial de no haber enviado tropas a apoyar el golpe de Obiang. Para ello, en septiembre de 1981 el General Sáenz de Santamaría visita el país al frente de una delegación militar, que se reúne con Obiang. Pero no queda claro si el objetivo es la marcha de las tropas marroquíes o que, simplemente, los españoles ayuden a organizar y formar a las Fuerzas Armadas guineanas. Otro acontecimiento que, en paralelo, aviva también el optimismo es la instalación en Guinea Ecuatorial de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Un centenar de policías y militares guineanos viajan entonces a España para formarse con los GEO (Grupo de Operaciones Especiales) de la Policía Nacional Española. En octubre de 1981, menos de tres meses después, estos guineanos regresan a Malabo y son desarmados al bajar del avión y dispersados por todo el país. En ese ambiente de mucha tensión, el Presidente Suárez dimite y le sucede Leopoldo Calvo Sotelo. Se le ve como la última oportunidad de encauzar estas relaciones con el país africano. En ese momento, se anuncia que Guinea Ecuatorial ha solicitado el ingreso en
la Unión Aduanera y Económica de África Central (por sus siglas en francés, UDEAC, (Union Douaniére et Económique de l’Afrique Centrale), lo cual supone una asunción de la influencia francesa y un freno a la española.
Para 1982, España ya había asumido que su rol en Guinea Ecuatorial iba a ser limitado, de modo que decide restringir su cooperación a la sanidad y a la educación.
Ese mismo año, el Partido Socialista gana las elecciones. Al año siguiente, mientras Francia se muestra muy activa, el sargento Venancio Mikó se refugia en la Embajada española, siendo más tarde negociada su entrega a las autoridades guineanas. En estos mismos años, se desvanece igualmente la esperanza de obtener beneficiosas explotaciones petroleras para Hispanoil. Por fin, El 1 de enero de 1985 Guinea Ecuatorial ingresa en la UDEAC. Fue el fin de una era.